Política

¿Por qué las empresas de México no cambian su sede de ciudad?

In-N-Out es una de esas marcas icónicas que hay en Estados Unidos. La cadena de restaurantes de hamburguesas fue fundada en 1948 en California. Actualmente tiene más de 400 sucursales y la gran mayoría están ubicadas en ese mismo estado. Aun así, a principios de este año la empresa anunció que abrirá una “segunda sede corporativa”, ahora en el estado de Tennessee. Para ello, la hija del fundador —la dueña de In-N-Out— se mudará con su familia a Nashville. 

En Estados Unidos es relativamente común que empresas grandes y medianas cambien la ubicación de sus oficinas principales. Entre 2022 y 2023, casi 9 por ciento de las empresas públicas de ese país mudaron su sede —30 por ciento más que un año antes, y el porcentaje más alto desde 2017. De éstas, una cuarta parte se cambió incluso de estado. 

Allá las empresas deciden reubicarse principalmente por decisiones de negocio. Mucho está relacionado con temas fiscales: la carga impositiva varía de estado a estado, así que esto puede representar un ahorro significativo. Otras argumentan que se van a donde encuentran un ambiente más favorable para hacer negocios, o que es parte de una estrategia para atraer talento, o para atacar un mercado en específico. 

En los últimos años, Tesla se mudó de Palo Alto a Austin. A esa misma ciudad se fue Oracle, mientras que Hewlett Packard y Charles Schwab se cambiaron a Houston y a Dallas, respectivamente. Todas estaban antes en California: ese es el estado que más empresas grandes ha perdido, mientras que los que más están ganando son Texas y Florida. 

Esto es un fenómeno que prácticamente no vemos en México. En nuestro país el marco fiscal general es federal, por lo que todas las empresas están sujetas a las mismas tasas nacionales, sin importar en qué estado se encuentren. Sí hay después diferencias en los impuestos a nivel estatal o municipal: el impuesto sobre nómina, por ejemplo, varía entre 4 y 4.5 por ciento en lugares como Baja California, Quintana Roo y CdMx, a menos de 3 por ciento en Puebla, Colima o Morelos. 

Claro, luego hay gobiernos que ofrecen incentivos (como exenciones o incluso subsidios) para que las empresas se reubiquen a sus geografías. Sin embargo, no es algo que sucede con mucha frecuencia. Un par de casos —aunque no muy nuevos— son Soriana y Chedraui: la primera nació en Torreón, pero ahora está en Monterrey; la segunda es originaria de Veracruz y ahora está en CdMx. 

Hay después casos como el de Banorte, que aunque legalmente tiene su sede en Monterrey, buena parte de su estructura directiva se maneja desde CdMx (y desde ahí despacha su director general). Coppel, por su parte, sigue oficialmente en Culiacán, pero su corporativo está creciendo en la capital del país: le estaría resultando mucho más fácil encontrar en esa ciudad personas con la experiencia que les demanda su estrategia. 

¿Cómo se vería nuestro país si los estados compitieran entre sí por las empresas? Sí hay competencia por atraer las inversiones de las multinacionales (en nuevas plantas), pero no para convencer a las mexicanas a reubicarse. ¿Haría sentido que un estado se propusiera, por ejemplo, lograr que equis número de las empresas listadas en Las 500 de Expansión se muden a su territorio? ¿Qué tendría que hacer?


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René Lankenau
  • René Lankenau
  • Fundador de Whitepaper
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