Tener acceso a la salud no debe ser un privilegio, es un derecho humano y es responsabilidad del estado otorgarlo, sin embargo, no siempre tenemos lo que debería ser.
El tema es especialmente sensible porque más de 30 millones de mexicanos no tienen acceso a ningún esquema de salud público. Mientras que 60 millones estamos afiliados al Seguro Social que esta sobrepasado en su capacidad y en la calidad de sus servicios. El Issste que atiende a más de 11 millones y que se reconoce opera con graves carencias; otros 11 millones están afiliados al sistema IMSS-Bienestar que vino a sustituir al malnacido Insabi; y 2.5 millones que gozan de servicios privados, independiente de los que tiene los servicios médicos que ofrecen las instituciones militares y Pemex.
La promesa de López Obrador de tener en los dos primeros años de su gobierno un sistema de salud universal, de calidad con medicinas e insumos suficientes al nivel de Dinamarca y Canadá, se desmorona día a día. Han pasado tres años y siete meses de esta administración y la agenda sigue pendiente, pero desde la mañanera se sigue prometiendo que “ahora si va a empezar la transformación”.
La crisis de salud se agudizó con la pandemia y por las malas decisiones y mentiras del doctor López Gatell. La desaparición del Seguro Popular que dejó en el desamparo a millones de mexicanos, el desmantelamiento de la red de distribuidores de los laboratorios (señalados en la mañanera de abusos y corrupción sin mostrar denuncia formal), generó un desabasto muy grave de medicamentos y vacunas, provocando un daño irreparable a los enfermos de cáncer y de otras enfermedades catastróficas, teniendo como resultado un exceso de muertes durante la pandemia, que pasa de las 644 mil víctimas a julio de 2022. Nunca fue México el ejemplo a seguir, como se dijo desde Palacio Nacional.
Al gobierno se le hizo fácil encargar la compra de medicamentos a la Unops (organismo de las Naciones Unidas) que fue un fracaso y reactivó una empresa paraestatal Birmex, que hoy se declara incompetente en la distribución de medicamentos.
Bandazos y desaciertos que han tenido y siguen teniendo un alto costo en la salud y en la economía de los mexicanos, por ineptitud, por incapacidad y por una visión enfermiza de querer destruir lo del pasado.
Raúl Frías