El mundo manifiesta un interés por la transición, o quizá se trata de una simulación del cambio posible. Dependerá del apetito de los mercados, si se continúan expandiendo o mantienen una tendencia progresiva a la baja, en función de las agendas ocultas de cada país y para no ser expuestas ante la falta de inversiones en el sector energético.
El mundo tiene un caos creado en materia energética, no por el desorden sobre qué debe hacerse, sino sobre el dinero, que al tener un alto costo, genera una tentación de ser para proyectos que tienen un mejor retorno, el cual genera una mayor ganancia con un menor riesgo ante un mercado que paga en forma inmediata, como el uso de los combustibles fósiles. Estudios recientes han demostrado que las inversiones en energías limpias para generar electricidad están en pausa debido a la alta incertidumbre de que el mercado pueda pagar sus costos y requerir contratos de largo plazo para una recuperación.
El dinero no tiene ideologías y los combustibles fósiles seguirán siendo una parte esencial de las economías de los países. Acaso existe un plan real que pueda dejar su empleo en menos de 365 días y que exista otra forma real de mover a los motores en todo el transporte a escala mundial.
El mundo todavía no está preparado para dejar de quemar combustibles fósiles. En caso de hacerlo, los bancos estarán dispuestos a asumir este riesgo sin tener la certeza de que puede prolongarse durante mucho tiempo y que no ocurra lo mismo que sucede con los vehículos eléctricos.
Los combustibles fósiles llegaron para quedarse un poco más de lo esperado. La última perspectiva energética presentada por la empresa British Petroleum (BP) prevé que la demanda de petróleo alcance su pico máximo en 2025, pero el descenso será gradual y el consumo se mantendrá alto en 2035, de conformidad con la tendencia actual; el consumo de éste seguirá alto más allá de 2080.
En vista del continuo uso de los derivados del petróleo (gasolina, diésel y turbosina, entre otros), la transición energética para dejarlos como combustible primordial para la movilidad de las economías está perdiendo impulso debido a la desaceleración de las ventas de vehículos eléctricos, la expansión insuficiente de la capacidad renovable ante un elevado costo del dinero para financiarlos y el aumento de los costos de la electricidad.
La realidad es que para llevar a cabo la transición energética se debe partir del petróleo crudo al gas natural y éste a energías renovables para producir electricidad. El gas natural seguirá influyendo en el mundo durante más de ocho décadas debido a la tendencia actual que se presenta con base en el consumo anual, dado que este combustible fósil se utiliza para generar electricidad, manufactura, metalúrgica y otras industrias que lo aprovechan para la generación de electricidad o el poder calorífico que viene de éste.
El carbón seguirá usado, y la tendencia actual es a disminuir, pero no indica una desaparición de tácito, el uso seguirá más allá de 2050.
Las recientes necesidades y demandas energéticas globales constituyen un factor crucial en la persistente dependencia de petróleo y gas, a pesar de que los países desarrollados buscan disminuir su consumo.
La transición energética se encuentra en desequilibrio y se evidencia una pérdida de impulso en los últimos meses, lo cual puede prolongarse por un periodo indefinido. Los indicadores actuales sobre el estado de esta en el mundo se refieren principalmente a la desaceleración de las ventas de vehículos eléctricos (intereses altos para la compra, aranceles de importación y la eliminación de subsidios), la falta de incorporación de nueva capacidad eólica y solar para desincorporar a los combustibles fósiles en el mercado eléctrico y que no está expandiéndose con la rapidez esperada. La electricidad es más costosa en lugar de ser más barata, como era la teoría, al invertir más en energías limpias en la mayoría de los países del mundo.
Además, se añade que los bancos no están limitando su inversión en los combustibles fósiles, por lo que resulta más complejo tener una política global en cuanto a la manera de evitar su utilización.
De acuerdo con un informe emitido por Rainforest Action Network (RAN) y sus colaboradores, se ha constatado que en los años posteriores al acuerdo de París de 2015, los 60 bancos privados más grandes del mundo proporcionaron 6.8 billones de dólares para el financiamiento de los combustibles fósiles. En los últimos ocho años se destinaron alrededor de 3.3 billones de dólares a la expansión de los combustibles fósiles. Los bancos incluidos en el informe brindaron apoyo a más de 4 mil 200 empresas de combustibles fósiles con préstamos y transacciones de valores o suscripción de garantía.
En 2023, después de que muchos bancos importantes se comprometieran a reducir o poner fin al financiamiento a las empresas de petróleo y gas como parte de la Net Zero Banking Alliance, se ha mantenido el financiamiento a las empresas de combustibles fósiles, alcanzando inversiones de alrededor de 705 mil millones de dólares, de los cuales 347 mil millones se destinaron para expansión.
¿Cuál será la fecha en la que el dinero se desembolse para apalancar los combustibles fósiles? Alguien, en su criterio prudente, tomará la decisión de hacerlo de manera efectiva o simplemente debe haber una adaptabilidad continua al dejar de hacerlo de manera gradual.
El informe señala además que en 2023 el capital otorgado se dirigió a empresas que utilizaron recursos para impulsar proyectos de expansión de combustibles fósiles. Entre sus clientes principales se encuentran solo unas pocas compañías petroleras relevantes como Eni SpA, Petróleos Mexicanos (Pemex) y Enbridge.
La mayoría de los bancos más prestigiosos del mundo continúan financiando a las empresas de combustibles fósiles, a pesar de la reciente presión de los gobiernos y los ambientalistas para que disminuyan el financiamiento en pro de una transición energética-ambiental. Aún no está claro qué parte del financiamiento se destina a los combustibles fósiles en comparación con la que contribuye al sector energético de transición. El dinero no conoce ideologías y las ideologías no pueden detener al dinero adonde sea requerido.
Asimismo, el informe indica que en 2023 el banco JP Morgan Chase fue el mayor financiador de combustibles fósiles, aportando 41 mil millones de dólares, seguido por el banco japonés Mizuho, que aportó 37 mil millones de dólares.
El mundo está en un caos energético sin una transición real.