Política

Hacia un marco común

El pasado 2 de septiembre se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo del Marco Curricular Común de la Educación Media Superior 2022 (MCCEMS), encaminado a “fomentar educación que admita y aliente la capacidad creadora, productiva, la libertad y la dignidad del ser humano, formando ciudadanos que tengan amor al país, a su cultura e historia, que se asuman como agentes de transformación social y orgullosos de su identidad nacional, pero conscientes de los procesos y problemas globales, y dispuestos a participar en actividades individuales, comunitarias, escolares y culturales para conducir su vida y la de los demás hacia un futuro con bienestar y satisfacción de capacidades socioemocionales necesarias para constituirse en personas con responsabilidad social, conscientes de la importancia del cuidado físico y corporal, y con una vida en bienestar emocional y afectivo”.

Tal propósito está lejos de ser una obviedad. Debido a su historia y diversidad en lo que respecta a su oferta, hacen del bachillerato el talón de Aquiles de la educación en México, no solo en lo que a permanencia y eficiencia terminal se refiere, sino al rol que juega este subsistema educativo en el bienestar individual y la productividad y competitividad de nuestro país. Me explico.

Hace cosa de un año, Miguel Szekely –investigador educativo con el que hemos venido trabajando desde hace años– elaboró un estudio donde identificó que un joven económicamente activo con estudios de secundaria percibirá alrededor de 5 mil 500 pesos durante su primer año de trabajo. En cambio, un joven con el bachillerato terminado podría llegar a ganar hasta 11 mil 500, ya que el 73% adquirió mayores responsabilidades laborales, el 69 recibió un aumento salarial, el 46% un ascenso de puesto y el 35 obtuvo un mejor empleo. Sobra decir que sus empleadores se vieron beneficiados al tener una mano de obra mejor calificada y, por ende, del país, ya que el 69% de los egresados continuó con los estudios de licenciatura.

Visto a la luz de estos resultados y del objetivo básico que persigue el MCCEMS, resulta plausible el afán de que entre en vigor para el próximo agosto. El problema será hacerlo realidad llevándolo a la práctica. Si la educación preescolar y primaria enfrentan desafíos enormes, la media superior encara unos mayores.

De estos y el contenido de la reforma curricular del MCCEMS, le hablaré en la próxima entrega.

Pablo Ayala


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Pablo Ayala Enríquez
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