Política

Agencia ciudadana

¿Qué pasa cuando las y los políticos, de todos colores y sabores, trabajan en lo suyo mientras la ciudadanía dedica todo su tiempo a atender sus asuntos privados?

La respuesta es obvia: los bandos (y bandas) hacen y deshacen a sus anchas, porque en el marco de la democracia liberal, las y los ciudadanos tenemos el legítimo derecho a dedicarnos, exclusivamente, a nuestros asuntos privados, mientras que los públicos están en manos de quienes fueron elegidos para gobernar.

El problema viene al momento de sacar las cuentas. Con la ceja levantada confirmamos que los políticos no hicieron lo prometido, se hincharon los bolsillos y orondos e impunes duran la vida entera brincando de un puesto a otro, dejándonos un sabor amargo a injusticia en la boca.

Que el hecho nos indigne, no es poco. Tal afectación denota nuestra capacidad de agencia moral y, por ende, la de actuar del mismo modo que lo haría un ciudadano comprometido con el bien común. Cuando la injusticia nos crispa, ofende o perturba, pero no hacemos nada más que encabronarnos, nuestra agencia moral es pasiva; cuando del encabronamiento pasamos a la acción, dirá Albert Bandura, nuestra agencia es activa.

El mismo Bandura señala que hay ocho mecanismos que mantienen en modo pasivo nuestra capacidad de agencia, es decir, nuestra capacidad de dejar de rumiar la rabia, levantarnos de la silla y ponernos manos a la obra cuando algo nos indigna porque nos resulta injusto. Lo más grave del asunto es que estos mecanismos sirven como justificación moral para no actuar. Va un ejemplo para clarificar la idea. Imagine que un día Claudia Sheinbaum amanece de malas y, con el aval de la Suprema Corte, decreta que renovará ambas cámaras, siempre y cuando el pueblo lo decida. ¿Iría a la consulta ciudadana?

Lo más seguro es que no, porque su ánimo se verá aguijoneado por cualquiera de estas razones: usted no es responsable de la mala política, y en todo caso a usted no le toca decidir, las circunstancias no lo permitirían, hay otras cosas más graves que atender; quedarse en casa no provocará un daño mayor del que ya provocaron los políticos o ética y política son como agua y aceite.

Si se identificó con alguna de estas razones, ojito, porque los mecanismos bandurianos están atenazando su agencia cívica. De cómo sacudírselos de encima, le contaré en otro momento.


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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