Me gustan mucho las frases de los grupos de Alcohólicos Anónimos que ellos consideran que son sus axiomas y que nos dejan grandes reflexiones como la que deseamos abordar hoy para ejemplificar algo muy común en los procesos terapéuticos: primero lo primero.
Cuando una persona acude a terapia de cualquier tipo, particularmente en estado de crisis, como suele suceder con las adicciones, codependencia, relaciones tóxicas, trastornos de la conducta alimentaria y algunos otros, suponiendo que han buscado ayuda motu proprio y que en realidad desean trabajar y rehabilitarse, solemos sugerirles que tengan bien claras sus prioridades porque los procesos son muy celosos para que haya resultados.
Y es que muchos creen que por el hecho de acudir a terapia ya vendrán los cambios por sí solos, como aquellos que pagan a un gimnasio, se inscriben y nunca van.
Sobre todo nuestro exhorto va para aquellas personas que están en negación, en minimización o que están aceptando “la ayuda” por quedar bien con alguien más o porque quieren hacerles creer a otros que en esta ocasión sí tienen deseos de cambiar y de ser diferentes, aunque en realidad al momento de comenzar el trabajo personal, siempre hay algo más importante que hacer.
Sucede incluso cuando se le sugiere a alguien en adicciones aceptar el modelo residencial y aceptar un internamiento en una clínica regulada por la NOM 028 a lo que ponen cualquier tipo de objeciones y es muy sintomático ver cómo se defienden a costa de todo.
Personas que quizás llevan meses en una vida caótica, sin responsabilidades, entregados 100 por ciento a su adicción, cuando se les pide internarse de repente mágicamente recuerdan que tienen pagos por realizar, que tienen trabajo por hacer o sus familias requieren de su presencia y utilizan todo ello para decir que no pueden estar en una clínica o centro de rehabilitación.
Pasa igual cuando en el modelo ambulatorio se asigna una serie de tareas al consultante y cuando lleva el día de la consulta, siempre hubo algo más importante que hacer.
“No fui a grupo porque tenía trabajo”, “no pude leer los libros de AA porque estuve bien ocupado”, “no escribí la tarea, pero la traigo aquí en la cabeza, si quieres te la comento”, “no cumplí mi agenda de la cruz de la sobriedad porque me surgieron compromisos de última hora” y dichos de esta naturaleza abundan cuando las prioridades son diferentes a las necesidades reales.
Llega entonces el momento de confrontarles con su realidad y de cuestionarles si están conscientes de su enfermedad o de su padecimiento y se les pide reflexionar el por qué no le ponen la misma atención que a una gripe, una dolencia estomacal, una lesión muscular o una ruptura de huesos, por el simple hecho de que estas están a la vista y las patologías mentales suelen ser difíciles de detectar.
Ahora que en casi todo el mundo conocemos estadísticas sobre el incremento de enfermedades mentales post pandemia, es un momento de reflexionar si le damos a estas el trato que merecen.
Primero lo primero. Primero sanar, recuperarse y después todo lo demás, antes de que la enfermedad les siga consumiendo.
Omar Cervantesomarcervantesrodriguez.esp@gmail.com