El mundo está en llamas, mi amor, acá un granadero aventó a una viejita contra el suelo.
El mundo está en llamas, amor, pero sí, claro que te preparé tu sopita de dinosaurios.
Desde hace días estoy devorando tierra.
La panza se expande y todo se contiene ahí.
Se siente la arena en mi cuerpo cuando camino dando tumbos.
Devoro, antes que me coman está vez a mí.
Vomito, porque resulta que no cabe más nada
Resulta que un cráneo humano no se contiene ya dentro del cuerpo.
Resulta que hay que regurgitar la vida y agarrar a mordidas la tierra a ver si recuperamos algo de ella.
El infierno está aquí, mamá.
No quería sentir las quemaduras en las plantas de los pies, pero finalmente tuve que admitirlo.
El infierno está en este corazón que me arranqué del pecho, buscando, ya no en las calles, ya no en las comisarías...
En la tierra mamá. Encontrando bolsas, botellas, huesos de perro y orando, orando por encontrar la cadenita ésa que le regalaste.
Pero no hay nada, nunca es nada.
La comida me sabe a tierra, los ojos solo alcanzan a ver tierra, yo misma siento que me he vuelto polvo.
Dicen que tu nieto vino acá a morirse. Dicen que vieron como lo subieron entre varios a una camioneta. Dicen que en el desierto es donde los queman para que nadie los encuentre.
Por eso estoy segura que el infierno está aquí. En mis manos. Sosteniendo esto que ahora sé, clarito, que es un hueso humano. Quién lo diría, con lo mala que fui para la escuela, que ahora sé mucho de anatomía.
Que porqué mordemos la tierra que nos da de comer, dicen.
Porqué nos afiliamos los dientes en el monte, y nos lanzamos siempre con los colmillos por delante.
Te diré.
Porque la tierra entre las encías disimula el sabor a sangre.
Porque el musgo que nos cuelga de la boca disimula el hambre.
¿Por qué caminar con la cara entre las nubes cuando podemos arrastrarnos entre los hongos?
¿Por qué guardar los dientes, cuando tantos están listos para devorarnos desde las sombras del bosque?
¿Porqué dejar de decorar la tierra, cuando la cosecha ha sido abundante?
Hay cuerpos, hay almas, hay corazones. Hay nombres, hay esposos, hijos, hermanos, nueras, hijas, madres y padres. El olor sube a borbotones a través de las encías.
