Sociedad

La hija astral

  • Criando Consciencia
  • La hija astral
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

La que parecía estarme destinada, pero sabía que en cualquier momento me la podían negar.

A la que ayudé infinidad de veces con sus tareas escolares, enseñé a amar su cabello y se lo dejé suelto, para que lo disfrutara.

A la que le hacía sopita de princesas y siempre le procuré la frase con la que a mí me criaron "tus hermanos son lo más importante, cuando todo y todos te faltemos, ellos siempre estarán para ti”.

A quien le dejé bien claro que no era mi hija, pero que la amaba a como a una propia. Que padres solo tenía a los suyos, y los demás sólo podíamos amarla y ella decidir como amarnos.

A quien nunca le enseñé que hay hermanos a la mitad o hijos a medias; o se ama o no, y la sangre no tiene nada que ver.

A quien le busqué una escuela respetuosa, que no la esclavizara con tareas, que permitiera desarrollar su potencial artístico, cuando se la llevaron lejos de mí.

Diez años ya, desde que llegó a mi vida, diez años desde que todos me decían que me compraba problemas ajenos. Y tal vez sí, porque siempre podrán llevársela y dejarme el corazón incompleto.

Pero por eso el amor es astral. Ahí va a estar. Y ella va a decidir si quiere que la siga maternando o que materne a sus hijos y formar parte de una familia numerosa, porque siempre tendrá el lugar de una hija más, junto a sus hermanos.

Lo mismo en amor, en dinero, en atención, en comodidad. Lo mismo, aunque sea poco o no cumpla con expectativas ajenas, porque son cuatro hermanos los que merecen la misma atención. Aunque otros no puedan entenderlo. 

Aunque la línea del respeto y el amor que me esforcé en construir otros ya no lo puedan valorar.

Tal vez hubiera sido mejor no involucrarme y enseñarle a sus hermanos alguna diferencia, hacerme a un lado si su papá no podía cuidarla y negarle este espacio seguro que tiene para crecer, cada que ella lo necesite.

Ser la madrastra malvada o no malvada, pero distante y no hacerla parte de mí.

Pero hasta físicamente parece parte de mí.

Y bueno, decidí no hacerlo. Decidí no hacerme a un lado, decidí estar ahí, al pie del cañón, todo el tiempo, creando lazos, aguantando cosas, para que ella creciera tranquila. Los hijos no siempre son de sangre y eso lo sé porque tengo amigos cercanos con hijos por elección.

Y me alegro haberla maternando los ratitos que me dejaron, me alegro haberme enfrentado a quien no quería que lo hiciera. Me alegra saber que de mi parte las cosas siempre se las dejé muy claras.

Porque siempre le dije, que no era su mamá. Pero siempre la amé como hija propia y yo sé, que cuando ella crezca, podrá elegir cómo quiere seguir dejándose querer y dejarme quererla.

Mi hija astral, la sabiduría y la prudencia. Se va mañana y yo me quedo con el corazón revuelto, sus hermanos y yo incompletos y ahora con un poco menos de paz y mucho miedo.

Miedo a no volverla a ver.

Miedo a que le nieguen a mis hijos la relación de hermanos que ellos merecen tener. 

Miedo a que poco a poco la vayan alejando de aquí, porque entonces, ¿qué hago, con el amor que cultivé, enseñé y crecí en cada hogar en el que ella tuvo oportunidad de crecer a mi lado... a ratos, durante estos diez años que, para bien o mal el acuerdo fue nunca negarle a ella todo el amor posible al que pudiera acceder?

Todas las películas, pinturas, discusiones, pláticas, música, pleitos de hermanos, negociaciones entre ellos que me falta por ver.

Ella siempre va a ser, parte de mí, de sus hermanos y claro, del hombre a quien le agradezco también haberme permitido maternarla cuando tuve oportunidad.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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