Irónico resulta la cercanía entre la fecha del Día de la Mujer con unos días de descubrimientos de las atrocidades cometidas por grupos del crimen organizado en contra de los y las jóvenes y en algunos casos contra sus familias.
¿Cómo festejar la amistad, el compañerismo, la ayuda mutua, la confianza en el otro y más cuando se revelan engaños, coerción para cometer delitos con muertes incluidas, maltrato y torturas hasta la muerte, cremación de cadáveres, y entierros clandestinos? Sólo cuando se acepta la posibilidad de seres humanos capaces de cualquier cosa se comprende la posibilidad de esos excesos y bajezas.
El ser humano, el rey – reina de la creación, con el cerebro más grande de todos los seres de este planeta, capaz de hazañas increíbles si se piensan y dignas de festejo y gracia cuando se vuelven realidades. Seres humanos capaces de descubrir todo lo escondido en este planeta tierra, en el mar, en el desierto, en la montaña, en el cielo cuasi infinito y también en nuestro cuerpo de él, ella nosotros y nosotras mismas para mejorar la vida de relación entre todos/as construido con constancia y lentitud.
Ese rey, esa reina con su libertad puede decidir y de hecho deciden desaparecer todo lo que se oponga a sus designios de dominación. Los crímenes por desaparición de personas no involucradas en la vida y las obras de aquel mundo criminal recuerdan y superan para mal aquellas historias de los tiranos capaces de todo crimen sin parpadear siquiera, con pretexto de exterminar al opositor, al incrédulo, al hereje… sin aceptarlos como iguales y hermanos en esta madre tierra.
¿Podemos esperar los mexicanos, las personas, una mejoría, al menos una menor criminalidad en esta sociedad? O sólo nos queda, como en la antigüedad, esperar (contra toda esperanza) un nuevo monarca sustituto del tirano en turno, capaz de inspirar, al menos, una moderación de sus crímenes. Hoy la criminalidad se extiende dentro de la vida cotidiana del comercio, desde la flota naviera que mueve millones de dólares en mercancía, petróleo o productos claves para la agricultura, pues hoy las trampas y los gestores de las mismas, en cualquiera de los campos productivos, son cada vez más sofisticados y abusivos. ¿Esperar? ¿Con cuáles realidades podemos fundamentar una mejora social, política y económica? Las palabras seguirán asegurando el logro y las cuentas reales seguirán, con necedad, reportando desastres o casi.
Al mismo tiempo suceden atropellos en calles y carreteras, desde fugas de agua hasta asaltos a tráileres con mercancía vendible, desde un motociclista atropellado y atendido por la unidad de ayuda correspondiente, hasta el robo a los pasajeros de un taxi por otros que viajan en motocicletas, quizá robadas. Una persona muerta en un parque, a quien nadie vio y nadie sabe, hasta una condecoración por las autoridades políticas a un cuerpo policiaco por sus años de servicio y eficacia probada en esos muchos años de bregar contra los “malandros”. La vida y la historia, decía un sabio, es como una persona con alcoholes de más entre pecho y espalda, quien cruza un puente y jamás puede ir por el centro, pues se tambalea, aunque no lo sienta, del pasamanos derecho al pasamanos izquierdo. Y claro, se queja: “Estos constructores siempre hacen puentes chuecos”.
El historiador siempre afirma: “Toda situación por terrible que parezca es susceptible de ser empeorada”. Igual los mismos seres humanos convivientes con lo terrible pueden ser optimistas por las promesas de mejora. Porque siempre hay formas de mejorar. Por pasos y sin cejar es posible, por ejemplo, organizar mediante el aparato educativo del país una construcción por un nuevo modo de ser de los estudiantes, por medio del cual aprendan a aprender y a aprender las características de las acciones constitutivas de respeto, cuidados, confianza, cuyo fruto es la mejora.
En la escuela, por ejemplo, los estudiantes pueden escribir mejor para comunicar su pensamientos, sus deseos y sus malestares con autenticidad y calor de colegas; manipular los números mejor y así transformar las afirmaciones en datos manejables, reconocer cómo pueden construir grupos interesados, para cumplir con la escuela, y al mismo tiempo construir una grupalidad capaz de mantenerse más allá de la escuela; y crear otros ejercicios para retar su creatividad y la capacidad de trabajar en grupo. Nada mejor que aprender a aprovechar una máquina “inteligente” para ordenar ideas, plantear preguntas y afirmar fundamentos en los diversos temas escolares, familiares, también del mundo que viven y del mundo nuevo que quisieran.
Así, quizá, es posible construir otra época pujante en este México atribulado. Desde otros parámetros de colaboración y otras metas más allá del sectarismo reinante hoy. Quizá con mayor frescura y menos normatividades inútiles o meramente burocráticas. Con metas centradas en conseguir un modo de ser libre, solidario, común y justo para cuidarnos entre todos y aprender que el tener no es el centro de una vida humana. Pensar y tejer con los pensamientos de otros para construir una red fuerte y vigorosa es posible si le bajamos al individualismo algunos grados de importancia y aceptamos un mundo construido con base en las relaciones sociales entre humanos, y pasar de una república en aprietos a una república de retos. No se pierde nada si lo intentamos.