Ayer le exponía aquí el control que los criminales empiezan a tener de actividades industriales lejanas de temas tradicionales entre los grupos delictivos como son el narcotráfico, la piratería o la trata de personas.
Sin embargo estas actividades primarias son las que mantienen el alto grado de violencia que se registra en el país, es claro que lo ocurrido en el municipio de Celaya anoche es parte de la guerra existente entre grupos delictivos en el estado, que mantienen la lucha por el control de estos mercados que siguen siendo los de mayor ganancia.
El origen de la violencia está justo en esta batalla que se ve alimentada, primero, por las grandes ganancias que dejan estas actividades que permite la compra de armas de alto poder y pagar salarios a quienes se dedican a exterminar a los rivales, y deja claro que de nuevo que el tono pacifista con el que se ha movido la autoridad federal encargada de combatir a la delincuencia organizada no sirve de nada.
Independientemente de las actividades que hayan tenido los fallecidos hoy son víctimas de homicidio y éstos deberán ser esclarecidos de manera puntual sin embargo, la guerra se ha convertido en un círculo vicioso en el que hay presuntos delincuentes que terminan muertos convertidos en víctimas donde la autoridad da con los responsables, se les enjuicia entran a la cárcel pero a sustituidos por otros presuntos criminales que terminan asesinados por grupos rivales y así hasta el infinito.
Prueba de ello son los más de 3 mil presuntos homicidas que están en alguna de las cárceles del estado, llegará un momento en que éstas no sean suficientes, pues la raíz del problema no se ha erradicado, y en realidad el estado no tiene el control sobre los grupos criminales, de este modo y con la impunidad existente seguiremos repartiendo abrazos, contando muertos y encarcelando homicidas.
Ayer fue Celaya, hoy puede ser cualquier municipio del país, parece que no nos queda claro que los demonios andan sueltos, y no están dispuestos a portarse bien como se los piden desde el púlpito nacional.
Miguel Ángel Puértolasmiguel.puertolas@milenio.com