Cultura

“El silencio devora las palabras”

Cantáridas o de las palabras. Elsa Cross. Colografías Cezylia León. Ediciones Oradea. México, 2025.
Cantáridas o de las palabras. Elsa Cross. Colografías Cezylia León. Ediciones Oradea. México, 2025.

Cada reedición de un poemario de Elsa Cross (Ciudad de México, 1946) es una oportunidad para tener presente su manera de acercarse a la filosofía, la naturaleza, el budismo y la historia. El tiempo se detiene en sus libros. Atesora experiencias, emociones, que luego concentra en el laberinto de la memoria. Remueve, selecciona, fragua y erige: trabaja con las palabras. En sus reflexiones hay resonancias del Libro de las preguntas, de Edmond Jabès.

A Cross le interesa mostrar el mundo, las ambigüedades del alma humana, a partir de contrastes. Es una característica de su poética y lo maneja de forma acertada. En este libro una de esas discordancias radica en el silencio, en los instantes en que la voz todavía no es sonido; es decir, aún no son articuladas porque habitan apenas en el conocimiento. La sutileza es otra de las particularidades tanto de Cantáridas o de las palabras como de sus otros poemarios. El silencio se convierte en introspección en torno a las palabras, la inmortalidad, el sonido, las piedras, la antigüedad, los insectos. Y aquí prevalece una resonancia al budismo con esa mirada que inspecciona y arropa desde lo diminuto hasta las grietas en la historia antigua y la conciencia.

Esta vez no es frente a un Baniano, árbol del que también abreva Saint-John Perse, poeta esencial en la obra de Cross, sino que es Delfos, en donde se encuentra una serpiente que es la guardiana del oráculo en honor al dios Apolo. El oráculo de Delfos era un lugar sagrado de consulta divina en la Antigua Grecia. En un estado de trance, la sacerdotisa Pitia recibía mensajes para responder preguntas. En cierto modo, Cross en el corazón de Grecia, encarna a esa sacerdotisa quien, con los sentidos en alerta, hace que el lector perciba el viento en las alas de un insecto.

¿Qué es una cantárida? Se trata de un coleóptero que también se le conoce como mosca española o escarabajo. Es de color verde intenso, metalizado. En la medicina antigua se usaba por sus propiedades medicinales y afrodisiacas. Este pequeño insecto es el animal seleccionado por Elsa Cross para que, a través de su recorrido por Delfos, participe —entre zumbidos— de las ortigas, la luz, los silencios y la inmortalidad.

“Palabra/sangre seca en la roca/ hilos de voz/ en la lengua palpita/ va y viene/ estalla/ es semen y luz/ brilla desnuda”, escribe Cross. (p. 16)

La poesía de Cross está acompañada de las colografías de Cezylia León, en donde aparecen retratadas las cantáridas en una armoniosa edición de Odradek. Cantáridas o de las palabras se editó por primera vez en 1999 en una coedición con Ediciones sin Nombre y Juan Pablos Editor.

Ese mundo pequeño de las cantáridas es otro de los contrastes en su poesía. “A cambio de una flor/ de la inmortalidad/ en las tiesas ortigas/ deja en prenda/ su piel/ el viento bisela/ sus escamas”. (pág. 30)

“El silencio devora las palabras”, dice un verso de Elsa Cross. Y es inevitable no pensar en uno de los personajes de Han Kang, la escritora coreana que ganó el premio Nobel de Literatura 2024, con una prosa intensa, cargada de introspecciones y, a la vez, de denuncia; de una historia de cómo una matanza a estudiantes —similar a la de México en 1968— afectó a toda una región. En La clase de griego, de Kang, figura una chica que no puede pronunciar palabras, porque la voz se le ha ido completamente porque ha vivido una serie de experiencias fuertes. El silencio es la respuesta que proporciona su cuerpo, una defensa ante lo desarticulada que se encuentra su realidad. Y, ante esa situación, ¿cómo va a poder articular sonidos?

Leer a Elsa Cross es un placer que remite a varias certezas. Es la mejor poeta mexicana viva. Su poética cruza un horizonte lumínico que se enriquece con el paso del tiempo. Estas cantáridas, escarabajos brillantes, bichitos, aparecerán después en su magistral Insomnio (2016) transformados en hormigas, retorninos, arañas. Aquí Cross hace un homenaje a “Muerte sin fin” de José Gorostiza, no sólo porque incorpora uno de sus versos sino porque al no dormir por tres días su estado remite a una agonía, un estado de desasosiego, como lo que describe Gorostiza en sus altos vuelos —a partir de un vaso con agua. La evolución de la poeta se palpa en libros como Insomnio y Nepantla, en donde la fuerza del lenguaje estalla en medio de rocas y acantilados, y adquiere fuerza nuevamente en su Isla Negra.

Con una poeta como Cross no hay dudas, sólo certidumbres.


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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • mcambriz@hotmail.com
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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