En algunas instituciones educativas se practica lo que se llama comúnmente “novatada”, que es una especie de bienvenida al nuevo alumno que ingresa.
Hay variantes, dependiendo de la tradición de cada escuela siempre con el consentimiento expreso o tácito de la autoridad escolar; van desde una reunión grupal en la que los nuevos alumnos son objeto de bromas, pero siempre con espíritu alegre, festivo y de acercamiento del nuevo compañero.
En otras instituciones educativas, no existe propiamente ese tipo de apertura, sino que son reuniones o fiestas para el acercamiento y sensibilización social, sin formalidades y sin intenciones que afecten al alumno.
Sin embargo, hay otras escuelas o centro de preparación para un ambiente militarizado, en donde hacen al nuevo alumno víctima de acciones ofensivas, lesivas a la dignidad y hasta agresivas, haciendo de la “bienvenida” una oportunidad para la burla, el escarnio y hasta violencia.
El arrojar harina, huevos, plumas pegadas con chapo o engrudo, desnudar parcialmente u obligar a la persona a realizar algún acto impropio, lanzarlo a una alberca u obligarlo a que tome algo amargo sin llegar a la intoxicación, bolear las zapatos u obligarlo a hacer el aseo, son hasta cierto punto bromas innecesarias que obligan al novato a “vengarse” de los próximos nuevos alumnos; pero de allí a ejercer una violencia sádica y sin sentido hasta causar lesiones, hay un mundo de distancia.
Precisamente ha sido noticia nacional lo ocurrido con estudiantes de nuevo ingreso a una escuela normal de Chiapas, víctimas de los excesos sin control ni sentido: tres de ellos perdieron la vida y otros se recuperan de graves lesiones. También en Durango terminó en tragedia una novatada, porque perdió la vida un estudiante por golpes en la cabeza.
Estas salvajadas no deben tolerarse por ningún motivo, siendo el responsable por la permisividad el director o rector de la institución, que debiera ser ejemplo y modelo de comportamiento y quien no debe escudarse al decir que “son costumbres, que son cosas de muchachos” u otras inmaduras excusas. Lo que suceda en una institución educativa es su responsabilidad por acción u omisión. La autoridad superior debe suspenderlo definitivamente, y según el caso responder por los daños ocasionados.
Los padres ilusionados envían a sus hijos a superarse, que alcancen un mejor nivel de vida que ellos generalmente no lograron, no a que los regresen maltrechos o sin vida.
Otra acción ya reconocida por su fatalidad, es la de involucrar a los estudiantes en hechos delictivos, tales como “toma” de autobuses, robo en comercios, paro de clase para presionar, instigados por falsos “líderes”, que han terminado en tragedia.
¿Cuántas más de estas novatadas para reaccionar?
Costumbre salvaje en México: la novatada
- Columna de María Doris Hernández Ochoa
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María Doris Hernández Ochoa
Tampico /