Luego de conocerse los resultados de la elección del domingo pasado, se sembró la duda entre la ciudadanía que acudió por millones a las urnas para votar en favor de quien consideraron su mejor opción para regir los destinos de nuestra nación en los próximos seis años.
Las arengas lanzadas por el bloque opositor al régimen tras el cierre de casillas, hicieron creer y soñar que habían sido capaces de vencer a Claudia Sheinbaum, la abanderada de López Obrador.
Empero, del gozo al pozo. Luego de saberse el resultado del conteo de votos en la sede central del INE, -casi en secreto- comenzó la euforia del "líder" de Morena, Mario Delgado, quien con sus reconocidos exabruptos comenzó a descalificar y a minimizar a sus antagonistas.
Y ahí se desvaneció toda la posibilidad de que tanto PRI, PAN y PRD se impusieran gracias a los millones de votantes que quisieron que regresara el régimen del pragmatismo.
Y no hubo tal. De nueva cuenta se impuso Morena, a pesar de la violencia que se vive en casi todo el país, sin excepción y con la delincuencia en su máxima expresión.
Anoche se desarrolló la última sesión del conteo rápido que no funcionó al momento del tema estelar que esperábamos los mexicanos.
Por supuesto que, cuando menos el conteo de sufragios, fue desaseado y con la siembra de muchas dudas porque los llamados científicos del INE solo esculcaron poco más de 4 mil 500 casillas para así reiterar que la transparencia fue la patente de Corzo del certamen.
A pesar de lo reiterativo del inquilino de Palacio Nacional de que la victoria de Sheinbaum era como jamás la hubiese imaginado y contra todos los pronósticos vertidos.
Al final, Sheinbaum resultó la ganadora de la elección con mayor número de votos para así convertirse en la primera Presidenta de México.
Ya serán otros millones de mexicanos los que estarán, al igual que los inconformes de hoy, en protesta permanente. Al tiempo.