Ayer el Banco de México, en su reunión de política monetaria, decidió subir la tasa de interés de referencia en 50 puntos base para llevarla a 5.5%. Recordemos que Banxico empezó a subir, desde junio, los tipos de interés en 0.25% en cada una de las últimas cuatro sesiones; sin embargo, en esta ocasión subió 0.5%. Lo anterior es la respuesta del banco central a la fuerte inflación registrada en noviembre, cuando se ubicó en 7.37%, por lo que es muy posible que este año la inflación de punta a punta termine en 7.6%.
En la votación sobre este tema, por parte de los miembros de la junta de gobierno, se conoció que cuatro votaron a favor y uno (Gerardo Esquivel) votó por aumentar 0.25%; es importante mencionar que en las sesiones pasadas este subgobernador votó por no subir la tasa.
Antes de la sesión, el mercado estaba dividido entre quienes pensaban que bajaría 25 puntos base y los que esperaban que el alza fiera de 50; acertaron los últimos, y la lógica está en que el incremento de la inflación en noviembre sí rebasó todos los pronósticos, pero también es cierto que estas alzas no resuelven el problema, ya que solo ayudan a anclar las expectativas. El manejo de la tasa de interés por Banxico me parece que ha sido el adecuado, el hecho de haberse anticipado también demuestra que desde junio ya presentía que la inflación pegaría fuerte, por eso actuó de esta manera. El manejo de la política monetaria en toda la administración de Banxico, con Alejandro Díaz de León como presidente, merece una felicitación.
A partir del primer día de 2022 tomará la presidencia de la junta de gobierno la economista Victoria Rodríguez, a la cual le deseamos mucha suerte; las decisiones que tendrá que tomar ella y el resto de los subgobernadores serán difíciles, debido a que el entorno en el que se moverán los bancos centrales del mundo será diferente a lo que se ha vivido en los dos últimos años. Es muy posible que, en términos generales, se endurezcan las políticas monetarias una vez que las economías superen el tema de la pandemia; también se tienen que endurecer porque las economías ya no requieren de apoyos extraordinarios, y si no se retiran los estímulos y se suben las tasas de interés, la inflación puede destruir todo lo que se ha logrado.
En el caso de México, los retos son enormes porque, con la información que contamos, nuestra inflación tardará en empezar a corregirse; de hecho, ésta podrá converger a la meta del banco central, que es de 3% hasta el último trimestre del año entrante; además México tendrá la presión de que en Estados Unidos —como dijo la Reserva Federal— subirá la tasa de interés en tres ocasiones en 2022.
Todo lo anterior significará que el banco tendrá que buscar un fino equilibrio con la tasa de interés, con objeto de protegernos de la fortaleza que obtendrá el dólar, así como no subir demasiado las tasas internas al grado que limiten nuestros magros crecimientos esperados.
Por último, según el comunicado de Banxico, y sin ser pesimistas, los riesgos de una inflación mayor o más prolongada siguen al alza.
Manuel Somoza
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