La primera década de este siglo la región estuvo gobernada mayoritariamente por la izquierda: 13 de 20 países tenían a un presidente que decía estar dentro de ese espectro, desde Hugo Chávez y Evo Morales en Venezuela y Bolivia, hasta Tabaré Vázquez y Ricardo Lagos en Uruguay y Chile.
Fueron los tiempos de la alianza bolivariana y el Tren del ALBA, el Unasur y la idea de que América Latina, tras las crisis que trajeron a la región las medidas financieras del Consenso de Washington, podría confrontar a Estados Unidos y hacer crecer “la Patria Grande”. Las diferencias entre las distintas izquierdas eran latentes, pero había un interés común.
Después vendrían las crisis sociales, económicas y políticas recurrentes, y la derecha volvió a tomar fuerza. Pero los estallidos sociales de 2019 en diversos países mostraron el enojo de la población ante la desigualdad y la corrupción permanente, y la nula acción de los gobiernos ante ellas. La pandemia solo ha agudizado estas crisis, por lo cual este año la izquierda está cerca de tomar de nuevo las riendas del continente.
Ya 12 países están gobernados por la izquierda y, ante las elecciones presidenciales que se realizarán en Colombia y Brasil, está la posibilidad de que las seis economías más grandes de la región queden en sus manos. En la oleada pasada las grandes excepciones fueron México y Colombia, pero esta vez el candidato Gustavo Petro va adelante en las encuestas. Lula da Silva busca ser presidente de Brasil nuevamente y los sondeos también lo favorecen. Colombia nunca ha sido liderado por la izquierda y es uno de los principales socios de Estados Unidos. Brasil es un continente en sí mismo.
La gran duda es si en esta ocasión los gobernantes lograrán crear y mantener la unión previa, ante una situación económica y política en picada en la mayoría de los países, y todos intentando salvarse a sí mismos. La inflación no parece que vaya a disminuir pronto y los precios de las materias primas siguen estancados. Ante esto, será complicado que los gobernantes puedan entregar buenos resultados.
Además, nuevos líderes de izquierda, como Gabriel Boric en Chile, han empezado a tomar distancia de los liderazgos dictatoriales de Nicaragua y Cuba. Sin embargo, la vieja izquierda sigue sin condenar los abusos y las violaciones a los derechos humanos.
Por el otro lado, hay una polarización creciente en toda la región, al igual que el descontento con la democracia y las instituciones. De acuerdo con Latinobarómetro 2021, menos de la mitad de los encuestados apoya la democracia; solo 6 por ciento dijo que en su país hay "una democracia plena" y la mayoría cree que la democracia tiene “grandes problemas”.
Tampoco ayuda que la entonces poderosa Venezuela de Chávez, con su presencia fuerte y su industria petrolera boyante, ya no existe de esa forma. Y eso significa que no hay dinero para ayudar a los países de izquierda sumidos en la pobreza.
Por último está la situación geopolítica mundial. Con el liderazgo de Estados Unidos siendo vulnerado por Rusia, y China creciendo como socio comercial, político y sanitario de América Latina, habrá que revisar cómo se tejerán nuevas alianzas y cómo impactarán en el tablero de juego. Lo dicho: será un año fundamental para el futuro de las izquierdas en el continente.
Mael Vallejo
@maelvallejo