Un fin de semana 18 y 19 de junio respectivamente del año 2010, tuvimos la mala noticia del fallecimiento del gran Don José Saramago, autor de novelas y gran maestro de las letras, al mismo tiempo también fallecía este mismo fin de semana el gran intelectual de la generación del 68 Don Carlos Monsiváis.
Ese fin de semana perdimos a dos gigantes exponentes de las letras, cosa que me recuerda la canción de Alberto Cortes que se llama “eran Tres” que da cuenta de la pérdida de los tres Pablos para el mundo de las artes “Eran tres y se fueron los tres, nos quedamos sin Pablos en el mundo y sin ellos lo bello moribundo…” No tener a Pablo Picasso, a Pablo Neruda y a Pablo Casals, para las letras, la música y la pintura ciertamente que es una gran pena.
Así me imagino la pérdida de Saramago y Monsivais, cada uno en su tiempo, su historia y su ambiente promovieron sobre todo la lectura, la buena lectura; muchos aprendimos a leer impulsados por los ensayos, cuentos y novelas de estos dos grandes, además de sus ensayos críticos, sociales.
El mundo de los libros es un mundo pujante, pequeño pero pujante, no ha dejado de crecer, los libros se siguen vendiendo, ahora también digitales.
Las Compañías editoriales le siguen apostando al futuro y a los nuevos valores literarios que surgen entre jóvenes intelectuales, aumentan los cafés literarios y las veladas de artistas que comparten sus obras o comentan las de otros.
Sin embargo este mercado de los libros es infinitamente pequeño en relación y en contraste al mercado, por ejemplo de los televisores, mercado que ha evolucionado y crecido más de 100 veces en 20 años, mientras que el mercado de los libros lo ha hecho solo 20 veces en 100 años.
Y el tamaño del mercado de los libros no es ni un 2% respecto al mercado de los televisores, el volumen de ventas y costo de valor en el mercado no tienen comparación.
Sin embargo con los libros pensamos, aprendemos, desarrollamos procesos de pensamiento y capacidades intelectuales, mejoramos nuestro vocabulario, ampliamos nuestra conciencia, además de retroalimentar nuestra experiencia interna.
Un libro nos ayuda a comprender, la televisión sólo nos distrae. Un libro nos forma, la televisión sólo nos informa.
Un libro reta a nuestra creatividad e imaginación, la televisión las duerme… esa es la verdad canija y dolorosa.
Perdimos a José Saramago y Carlos Monsiváis, pero sinceramente espero que no perdamos su legado y lo que ellos impulsaron, que no perdamos la pasión por la literatura y la lectura, por la reflexión y la conversación inteligente.
luisrey1@prodigy.net.mx