A Francisco Rodríguez Vílchez se le podrán haber dicho muchas cosas: que confían en él, que saben que al haber estado en equipos en difícil situación logró sacarlos adelante, que si está aquí es porque tiene las herramientas necesarias para sacar adelante al Santos, y un montón de discursos motivacionales y prometedores. Pero el Santos no es un equipo del montón. El Santos no es el Rayo Vallecano ni ningún otro equipo mediocre de la tabla baja o de la Segunda División española. No, el Santos es uno de los grandes de México que a lo único que debe aspirar es a volver a recuperar su grandeza. El Santos no aspira ni deberá aspirar nunca a ser un equipo de la medianía.
Pero para que el Santos recupere su grandeza necesita grandes jugadores o, en su defecto, un entrenador que llegue con una “varita mágica” (como Guillermo Almada en su momento) y logre hacer mejores a los actuales futbolistas para que saquen su mejor potencial (si es que lo tienen) y logren poner al Santos como aspirante al título, donde siempre debe estar. Mientras tanto, hasta no ver, no creer. No olvidemos que Fernando Ortiz se fue humillado y desprestigiado… ¿Quién se va a atrever a contratar a Fernando Ortiz tras su fracaso monumental con el Santos? Así es, solamente vino a desprestigiarse a Torreón. Pero el día del homenaje a Oswaldo Sánchez, Fernando Ortiz fue muy aplaudido. Y fue aplaudido porque toda la afición sabe que él no tuvo la culpa. Todos sabemos de quién es la culpa de todo esto que vive el Santos.
Qué bueno, por otra parte, que muchos santistas de antaño se han encargado de sacar a flote muchos videos de las épocas gloriosas, donde aparecen los grandes ídolos de antaño. Todo ese contexto ha movilizado las conciencias de los aficionados jóvenes de hoy en día y se han dado cuenta de que la historia de este club es tan grande que no se puede permitir y es imperdonable lo que está sucediendo en la actualidad.
Le deseo la mejor de las suertes a Vílchez. La va a necesitar, así como va a necesitar todas las buenas vibras de los aficionados santistas. En la vida resulta muy difícil volver a creer en quien te ha desilusionado, pero el futbol sabe renovar sentimientos a toda velocidad y el aficionado de corazón, el de siempre, el de toda la vida, estará en el TSM. Esos aficionados merecen un monumento afuera del Corona.