“Eso no puede pasar aquí” es el título de una novela del escritor estadounidense, premio Nobel de literatura, Sinclair Lewis, publicada en 1935. Esta obra cobró especial interés en 2016, después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Ahora, por obvias razones, vuelve a ser oportuna su lectura.
La novela, en esencia, trata de la campaña, triunfo y gobierno de un personaje que construye una narrativa excluyente, basada en diatribas, juicios sin fundamento e insultos. Su actitud es altanera, insensata y grotesca. Sus propuestas son carentes de sustento e irracionales. Pero le sabe llegar a un sector mayoritario de la sociedad norteamericana: toca su sentimiento de superioridad, fomenta el repudio a todo aquello que les sea diferente a sus intereses y prejuicios; ensalza el ego y bravuconería de sus seguidores.
Al leer la obra, es común encontrarnos con expresiones que fácilmente pueden resultarnos familiares en el contexto actual. Cito textualmente algunas de ellas:
“¡Tenemos el poder y el poder no necesita excusa!”.
“Nadie en este mundo de Dios ha amado nunca a un debilucho, ¡ni siquiera él mismo se ama!”.
“No se preocupe, señora, a nosotros los veteranos nunca nos molesta una pelea sana. Nos alegra que a alguien le interesen nuestras estúpidas ideas lo suficiente como para picarse con nosotros”.
“Deberíamos mantener a todos esos extranjeros fuera del país. Tanto a los judíos como los espaguetis, a los desgraciados del este de Europa y los chinitos”.
“¡Curar los males de la democracia con los males del fascismo!”.
“…O se está totalmente a favor o totalmente en contra”.
En su oferta de campaña, el candidato ofrece 15 propuestas y, en una parte de la última, sostiene: “… se eliminará inmediatamente de la competencia del Tribunal Supremo el poder para invalidar cualquier acción del presidente, de sus asesores debidamente nombrados o del Congreso dictaminando que es inconstitucional o iniciando cualquier otra acción judicial”.
El discurso, actitudes y propuestas fueron ganando adeptos, aunque un sector de la población mantenía el optimismo, confiando en que finalmente reinaría la prudencia y la razón, de tal manera que aparecen expresiones como: “¡Tonterías, tonterías!... eso no podría pasar aquí, en Estados Unidos. ¡De ninguna manera! ¡Somos un país de hombres libres!”.
Se podrán imaginar la perplejidad con la que un sector del electorado recibió el resultado de los comicios y luego la impotencia al padecer los impactos del ejercicio del gobierno. Un, periodista, también personaje central de la obra, expresa una triste conclusión: “Este país se merece lo que va a obtener”.
La obra del escritor norteamericano pone de manifiesto una realidad, aún prevaleciente, en un sector de la sociedad norteamericana, pero aplicable a muchas realidades y contextos actuales; en diversos países y bajo el cobijo de ideologías extremas de distinta índole. Al concluir la lectura, vienen a cuenta otras obras que tratan de explicar la interrelación del individuo, así como la patología social y cultural, por ejemplo, “Masa y poder”, de otro premio nobel, Elías Canetti.
Al apreciar el drama de esas realidades, no deja de aparecer la ilusión de que emerja un despertar colectivo, que resurja la racionalidad e impere el buen juicio de la sociedad. Pero el propio Canetti nos hace retornar a la cruda realidad: “Ante el inequívoco peligro común, aparece un miedo común a todos… Todo aquel que pertenece a tal masa porta en sí a un pequeño traidor que quiere comer, beber, amar y ser dejado en paz”.
La novela en comento podría ser sólo una obra de ficción recomendada para nuestro acervo literario, de no ser por su aplicabilidad a la realidad norteamericana actual y, sobre todo, a las eventuales implicaciones para nuestro país. Las diatribas, amenazas y desplantes están a la orden del día.
El pasado 3 de diciembre, Jorge Zepeda Patterson, en un artículo publicado en Milenio, advirtió que no debemos caer en la comodidad de la victimización, sino más bien asumir una postura más proactiva. Escribió: “Ellos no van a ver su hipocresía, lo único que ven es que no hemos hecho gran cosa para evitar el tráfico por la frontera. De allí la popularidad de la idea de un endurecimiento de la relación. Entender las razones para el éxito de las diatribas de Trump y hacer algo al respecto, sería mejor que simplemente lamentarnos”.
Al leer la obra de Sinclair Lewis, ubicada en su tiempo, uno se pregunta: ¿cómo sería la narrativa aplicada en el contexto actual con la tecnología de ahora y, sobre todo, con la influencia de las redes sociales…? Aunque esa analogía también resulta atractiva para aplicarse a otras obras que describen la patología social y de la clase política, por ejemplo: “La feria de las vanidades” de William M. Thackeray.
Al concluir la lectura de la novela de Lewis, emerge un sentimiento existencial que genera la esperanza de que algo similar no puede pasarnos, que eso no puede pasar aquí… O igual y sí.