A principios de este año, tras el estreno de la película “El niño y la garza” de Studio Ghibli, una diseñadora gráfica colombiana se volvió famosa primero por asegurar que había participado ilustrando a mano miles de fotogramas para la película, luego del reconocimiento público que esto le mereció, se supo que su colaboración apenas habría sido en un par de escenas con un equipo que realizó unas doscientas hojas.
Si bien la historia era una exageración que ella proporcionó, los medios periodísticos que divulgaron la noticia no verificaron la información, alimentando el auge y la viralización que luego tendrían que salir a desmentir.
El año pasado, en España, un joven de 18 años desapareció en extrañas circunstancias fue visto por última vez en la estación de trenes. Días más tarde un canal de televisión cubría labores de búsqueda dicha estación en vivo; la cámara que enfocaba los detalles captó y transmitió sin ningún filtro ni cuidado el momento en que se localizó el cuerpo del joven. Antes de que la policía interviniera o la familia fuera comunicada con la precaución debida, la imagen ya circulaba como trending topic en las plataformas sociales. Por supuesto, el presentador del programa tuvo que presentar disculpas públicas minutos después, al tiempo en que el público espectador del programa también realizó manifestaciones de inconformidad.
En ambos casos se refleja que los medios tienen una responsabilidad sobre la información y las imágenes que transmiten. Es común la solicitud popular de veracidad, precisión e imparcialidad; durante 2012 el movimiento social estudiantil #YoSoy132 ponderaba esa exigencia al llamado cuarto poder como parte de sus consignas. Pero, además de ello, existen otras consideraciones que se deben tener en cuenta.
En días pasados ocurrió un accidente que cobró la vida de una mujer tras el paso de la locomotora “La emperatriz” en Hidalgo. La cobertura de varios medios evidenció que muchas de esas responsabilidades con el manejo de la información gráfica dejan de lado el respeto a la dignidad de la víctima y de sus familiares. El video que acompañaba la nota no estaba difuminado, como se requiere para proteger la identidad de la víctima y evitar el impacto traumático en las personas espectadoras. Este manejo imprudente de las imágenes no solo violaba los derechos de la fallecida, sino también ignoraba el principio de elección del público, que debería poder decidir si desea o no ver contenido sensible. Este tipo de cobertura insensible subraya la necesidad urgente de que los medios adopten prácticas más éticas y responsables en la presentación de contenidos gráficos.
El ciberespacio es un lugar de intercambio de conversación y contenido, permite una dinámica donde el flujo de la información es constante y gran velocidad; se considera un medio de información, así como de comunicación. La red fue creada en el afán de libertad y a la sociedad le ha aportado muchas ventajas la divulgación por este medio, pero también puede convertirse en un arma si no se cuenta con una regulación. El contenido que fluye por internet también puede ser nocivo, ahí la importancia de que los intermediarios que facilitan la transmisión y alojamiento de él cumplan con regulaciones legales y éticas.
La legislación de internet en México está asociado a diversos documentos. La Ley Federal de Telecomunicación y radiodifusión en su artículo 256 establece los Derechos de las Audiencias entre los que se indica Recibir programación que respete los derechos humanos, aspecto que es de suma importancia en la consideración del manejo de la información que se transmite y se alinea con declaraciones de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) quien señala la importancia de proteger los derechos humanos fuera y dentro de línea.
Parte del problema radica en la presión que enfrentan los medios para aumentar el número de visitas en sus páginas web. En un entorno competitivo donde atraer y mantener la atención de las personas es crucial, es comprensible que algunos medios se sientan impulsados a priorizar el impacto visual. Sin embargo, esta necesidad de captar audiencia lleva a decisiones difíciles, como la difusión de contenidos gráficos que no siempre respetan la dignidad de las víctimas ni consideran el bienestar emocional tanto de su público como de las familias de las víctimas. Aunque el objetivo es mantener la relevancia y cumplir con las demandas laborales, es fundamental que los medios encuentren un equilibrio entre atraer visitas y adherirse a principios éticos sólidos, asegurando que la integridad informativa no se vea comprometida.
Para avanzar hacia una cobertura más ética y responsable, es esencial que los medios de comunicación inviertan en la capacitación y actualización continua de sus equipos de trabajo de periodismo y edición. La formación en principios éticos, derechos humanos y técnicas de comunicación respetuosa puede ayudar a tomar decisiones más conscientes y sensibles en su labor diaria.
Fomentar un entorno de aprendizaje y reflexión sobre las mejores prácticas no solo mejorará la calidad del periodismo, sino que también fortalecerá la confianza del público en los medios. A través de este compromiso con la mejora continua, los medios pueden desempeñar un papel fundamental en la construcción de una sociedad más informada y respetuosa.