Llegado el famoso Día del Amor y la Amistad cabe hablar de las disidencias relacionales, es decir, hacer visible que existen formas de relacionarse fuera de la convención social de lo que es el amor. Luego de observar que en nuestro entorno las narrativas de las relaciones están centradas en la pareja, cabe voltear la mirada a otras formas de relaciones interpersonales como la familia, las amistades, el compañerismo laboral, etc; pero también abrir los ojos ante otras formas de relacionarse como pareja.
Mucho se habla del amor romántico como el mito que idealiza la forma de relacionarse en pareja y se compone de una serie de ficciones que indican a quién amar -la pareja es heterosexual y hay una sola persona que representa el amor verdadero-, cómo amar -la pareja es monógama, con exclusividad sexual y afectiva entre sí, debe culminar en matrimonio felizmente, la separación es vista como fracaso, es el núcleo de la formación de una familia, se puede amar a una sola persona de esa forma a la vez-, cuándo amar -el amor en la adolescencia es visto como un arrebato- y hasta por qué amar -emparejarse es un objetivo en la vida que todas las personas y debe prevalecer por encima de cualquier otra forma de relación-.
Una disidencia es un desacuerdo con las normas ideales, así que las disidencias relacionales con un término paraguas que engloba todas aquellas relaciones que se viven fuera del mito que establece una sola forma de establecer vínculos con otras personas.
Se refiere a las parejas entre lesbianas o gays, a las parejas no-monógamas en las que la exclusividad sexual-afectiva o ambas no existe (como las triejas, las polículas, las polifidelidades, las polisolterías, las “swingers”), a las relaciones donde no se establecen parejas, e, incluso, a quienes han decidido vivir en soltería política o de facto.
Las disidencias, generalmente, se viven en resistencia contra la discriminación y muchas veces desde el clóset.
Lo mismo ocurre con las disidencias relacionales y, aunque parezca un escándalo, nombrarles es apenas un primer acto de justicia para hacerles visibles y para abogar por el reconocimiento de su existencia.
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