Hace más de una semana que la comunidad estudiantil del Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del Estado se encuentra en paro en protesta por, en primer desencadenante, el desacuerdo con la designación de la nueva directora Teresa Paulín.
Como egresada garza coincido con la preocupación de nuestro rector, Octavio Castillo Acosta, por el prestigio de nuestra universidad y por lo pisoteado que está tras conocerse el abusivo actuar de personajes frente a la docencia; y porque este es, seguramente, el momento más crítico de su administración para demostrar su profesionalismo, compromiso y eficiencia con el cumplimiento del amor con la comunidad estudiantil, orden con los principios éticos y progreso, sobre todo, en función de velar por los derechos humanos, implementado todo a la educación y los marcos pedagógicos de nuestra máxima casa de estudios. Ante el enojo por las denuncias que se agregan día con día sobre formas de violencia psicológica, física y sexual, la indignación en nuestra comunidad garza crece y la urgencia de implementar acciones efectivas que aborden, no sólo el pliego petitorio original del paro, sino también todas y cada una de las violencias que han salido a la luz a partir de él. Es viable reconocer que una renuncia no es suficiente cuando el problema refleja fallas en la estructura. Atender las denuncias es un trabajo demandante por la empatía que requiere, pero no basta la escucha para garantizar el apoyo integral a las víctimas, la gravedad requiere una investigación imparcial y con perspectiva de género, de derechos humanos y de atención sensibilizada. Además, apremia la implementación de medidas provisionales para garantizar la seguridad de las, los y les estudiantes, tanto quienes se encuentran en paro como quienes han denunciado abusos y violencia. También es necesario fortalecer los protocolos de denuncia y respuesta que no revictimicen, por ejemplo, diciendo a las víctimas que su expresión, manifestación o denuncia lastima el prestigio de nuestra universidad.