Eminencias del mundo de la tecnología, incluidos Elon Musk y Steve Wozniak (cofundador de Apple), publicaron hace unos días una carta abierta sobre los peligros de la inteligencia artificial (IA) y propusieron una moratoria de seis meses en el desarrollo de versiones de chatbots más poderosas que ChatGPT4. ¿Tienen razón?
Uno de los principales miedos acerca de IA es su capacidad de destruir fuentes de trabajo. A diferencia de tecnologías del pasado que desplazaron empleos físicos, la IA amenaza empleos del conocimiento. Abogados, doctores, contadores, periodistas, escritores, programadores, mercadólogos… estas son algunas de las ocupaciones que están en peligro a causa de ChatGPT y herramientas similares.
Pero no hay que olvidar que el surgimiento de nuevas tecnologías (sobre todo las más transformativas) siempre provoca miedo en un inicio. Sucedió con la imprenta y el automóvil y recientemente con la computadora e internet. No obstante, en todos los casos (sin excepción), los trabajos perdidos se han más que compensado con nuevos empleos que eran inimaginables en su momento. Hay quienes dicen que será distinto con IA. No lo creo.
Otro temor es que ChatGPT genera en ocasiones respuestas incorrectas e incluso racistas. También se habla de que puede manipular al usuario. En un caso muy difundido, un reportero se puso a “platicar” sobre su relación con su esposa y el chatbot le acabó proponiéndole que la dejara para irse con él.
Los programadores de IA están tratando de corregir estos problemas; sin embargo, no hay que olvidar que a cualquier herramienta (sea física o digital), por más útil que sea, se le puede encontrar un ángulo dañino. Un martillo nos sirve para construir una mesa, pero también se puede usar para matar a alguien. Un cerillo puede prender una estufa, pero también puede ocasionar un incendio forestal. Se puede mejorar IA para tratar de evitar sus efectos negativos, pero al final seremos las personas quienes tendremos que asumir buena parte de la responsabilidad que implica usar una tecnología tan poderosa.
Se habla del peligro de que la IA contribuya a la polarización política que se vive en el mundo a raíz de su capacidad de manipular el discurso público, en particular en las redes sociales. Las campañas masivas de desprestigio se volverán más eficientes a causa de ChatGPT y otros chatbots. Será casi imposible distinguir si los mensajes en las redes sociales los escribió una herramienta digital o un humano.
Sí, es cierto, la IA no es una panacea. Hay daño colateral, pero los beneficios que aportará (descubrimiento de medicinas y en productividad, por mencionar dos de los más poderosos) superarán los riesgos que conlleva. Además, la pregunta de si se deben frenar los chatbots o no es más académica que real. No veo cómo se pueda detener el avance de la IA. Hay demasiado dinero y poder de por medio. Empresas no estarán dispuestas a dejar pasar la oportunidad y gobiernos no querrán quedarse atrás.