Cultura

Periodismo cultural: un mea culpa

  • Malos modos
  • Periodismo cultural: un mea culpa
  • Julio Patán

Fue hacia 2005 cuando al periodismo cultural se le vino encima el "periodo especial", es decir, la crisis profunda a lo que siempre estuvo en crisis. En los 90 ya se hablaba con nostalgia de la "época dorada" de los suplementos. Una época dorada es una utopía pasada, y una utopía es un "no lugar": lo que no existe. El periodismo cultural siempre estuvo en crisis. Pero es cierto que entonces la prensa cultural mexicana anunciaba reumas particularmente agudas. Había espacios para publicar, sí, pero decir que mal pagados es un eufemismo. Con todo, entrado el siglo XXI empezamos a sentir nostalgia por aquellos días. Los suplementos desaparecieron casi por completo y las secciones de cultura o se fusionaron con las de espectáculos o se redujeron, a veces literalmente, a una página.

Recordaba aquellos tiempos hace días, en una mesa sobre periodismo cultural. ¿Qué pasó? Por una parte, que se juntaron las crisis definitivas de los medios impresos, y me refiero a una crisis de dinero, y la pesadilla de la violencia que se adueñó del país y con el país de los diarios. Aquello que dijo Wilde, que a veces es mejor tener las manos tintas en sangre que tintas en tinta, empezó a tener menos gracia. Nos quedamos sin espacios. Cuando hay que recortar gastos, se recorta en lo que cuesta y no deja.

Espero que lo dicho no se tome como una queja más sobre el desprecio a la cultura y blablabla. Porque hay un tercer factor de la crisis que omitimos muy convenientemente: con honrosas excepciones –el suplemento de Rafael Pérez Gay en El Nacional, el de Juan Villoro en La Jornada, el de José Luis Martínez aquí–, hicimos un trabajo de hueva. Reseñas que o elevaban al compa al estatus de un Góngora reloaded o arrastraban al enemigo por el lodo, notas que repetían los vicios habituales en todo el periodismo: copiar boletines y citar declaraciones, crónicas totalmente planas de "eventos". Se nos olvidó que el periodismo cultural debe usar sus herramientas para ayudar a ayudar a interpretar el mundo, como todo el periodismo. Que se debe a su entorno, lo que es una forma de deberse a los lectores, según dejó caer ese día Héctor de Mauleón.

A fin de cuentas, al siglo XX, el de los genocidios y las guerras mundiales, nos permite explicarlo una literatura que unas veces fue hecha por periodistas y otras muchas con herramientas del periodismo. Pensemos en Guzmán, Babel, Arenas, Levio Grossman. Y en nuestro México, con sus cadáveres. Y luego en nosotros, los que escribimos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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