Cultura

José José

  • Malos modos
  • José José
  • Julio Patán

Leo que José José enfrenta un cáncer y recuerdo uno de mis momentos más bochornosos en la tele. Fue esa vez que llegué al estudio de Foro Tv, barriéndome en home, para apoyar en la conducción a dos personas de elevados talentos que definitivamente no necesitan mi ayuda: Paola Rojas y Carlos Loret. Acababa de morir Juan Gabriel. Nada más sentarme, dije que el Divo de Juárez, más allá de sus virtudes, tuvo una “ética de trabajo” —ese fue el término mamonazo que usé, y lo recuerdo por lo que vino después— que no tuvieron muchos colegas suyos, incluidos, subrayé, algunos contemporáneos, como José José. Fue entonces cuando para mi absoluta sorpresa Carlos, con una cara de eso mismo, de sorpresa y también de preocupación, una cara que regresa y sospecho que regresará siempre a mi mente cada vez que escucho, digamos, “El triste”, sentenció: “Justamente está con nosotros en la línea José José”.

Un oso.

El Príncipe, un príncipe también en ese sentido, se limitó a decir que el señor Patán tenía razón, que Juan Gabriel tenía una extraordinaria capacidad de trabajo. Por su parte, en la siguiente pausa, Carlos y Paola me dieron toda la carrilla que merecía, es decir, mucha. Nada que reprochar a nadie, pues… Salvo a mí.

Y es que no pude decir esa vez lo que digo aquí por escrito, como insuficiente compensación.

Primero, que convencido como estoy de que eso que se llama la cultura popular también merece pasar por el tamiz de la crítica, sin condescendencias, a mí la música de José José me parece irreprochable. Enseguida, que en un país tan propenso a cantantes que echan la voz como haciendo alarde, todo potencia, y sobre todo de cantantes que serían capaces de inyectar sensiblería hasta a una canción del Ejército Rojo —el melodrama se nos da también en la música—, se agradece su amable modulación de esa voz extraordinaria y la fina contención con que frasea hasta las canciones más dolidas. Que mis respetos ante su austera, elegante habilidad escénica propia de un Sinatra, tan ajena a la histeria como a la inexpresividad. Le hubiera dicho que la neta, la neta, si bien Juan Gabriel se merece todo mi respeto, el gusto siempre es caprichoso, y que cuando lo escucho él me produce el mismo respeto, pero más alegrías.

Sobre todo, le digo ahora que en lo de la ética de trabajo no había mala fe: que tiene una abundante y sólida discografía, y que muchos de los grandes talentos de la música, entre los que se cuenta, hicieron carreras brillantes a pesar de sus grandes debilidades, y tal vez gracias a ellas.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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