Cultura

Felices como un domingo sin futbol

  • Malos modos
  • Felices como un domingo sin futbol
  • Julio Patán

Creo que es de Julian Barnes ese cuento en el que despierta un día en el cielo y junto a una holandesa perfecta que cumple cada uno de sus deseos, el desayuno británico irreprochable –el tocino crocante, la yema de huevo como un sol con cuerpo de miel, el té que en el mundo civilizado es siempre café– y otros componentes de eso que se entiende como la felicidad eterna, se le concede ganar la Copa de Campeones de Europa con su equipo, el Leicester. Alerta de spoiler: el cuento de Barnes lo que al final realmente captura es la vida en el infierno, que como sabemos suele ser la repetición de la felicidad (no hagan chistes fáciles sobre el matrimonio, por favor). No importa. El tema, hoy, aquí, es el futbol, que en la tradición narrativa británica tiene un peso enorme. Ahí están para constatarlo Salman Rushdie y su Totenham, el propio Barnes con el pseudónimo de Dan Kavanagh cuando inventa a un detective que además juega de portero y, sobre todo, Nick Hornby en esa obra maestra que se llama Fiebre en las gradas, un libro de memorias que transcurre de partido del Arsenal en partido del Arsenal.

Pienso en esos autores cuando descubro que el futbol mexicano está en paro porque los árbitros decidieron ponerse en huelga. Y lo pienso porque el impacto de ese paro en términos de la felicidad o infelicidad de la ciudadanía mexicana es próximo a cero. Ningún inglés escribiría de futbol sin apelar a la ironía, pero la ironía en los ingleses es todoabarcante, es su interfaz con el mundo, su filtro: la forma misma de la inteligencia. Vale para mirarlo todo, lo que importa y lo que no. Por eso, en realidad, cuando escriben de futbol lo que hacen es detenerse en una de las geografías centrales de su mapa emocional. En México eso sería imposible. ¿Por qué? Por la irrelevancia de nuestro futbol. No es un problema de calidad o de resultados. De hecho, la buena literatura suele exigir equipos malos o medianejos, porque la grandeza no concita melancolías y por tanto no suele hacer buenos libros –aunque ahí está Javier Marías con su Real Madrid–. El Arsenal, el Leicester y hasta el Tottenham son actores de reparto en el futbol, equipos que le han dado muy pocas satisfacciones a sus seguidores. Más: el futbol inglés, en el panorama internacional, es desde el 66 una fuente de desilusiones para su afición. Pero es un futbol que conserva la ética de trabajo, la voluntad. Es un viejo aferrado, terco, machacón… Y entrañable.

Aquí, la Liga MX, esa colección de hilos negros y corruptelas, entró en suspensión y nadie la echó de menos. Estuvimos todos, como siempre, felices. Felices como un domingo sin futbol.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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