Cultura

Eduardo Sacheri

  • Malos modos
  • Eduardo Sacheri
  • Julio Patán

Me gustó saber que Sacheri había ganado el Premio Alfaguara. Como cualquier lector sensato, leí (y vi) con gusto La pregunta de sus ojos, y hará cosa de un año tuve el placer de hablar con él de varios asuntos, creo que sobre todo de futbol, cuando presentamos Las llaves del reino. Me pareció, pues, que el premio traía sello de garantía. Y sí. El premio, como sabemos, se lo debe a La noche de la Usina, una novela, perdonarán el lugarazo común, que es varias novelas a la vez.

Es, primero, una novela metida en un registro poco habitual en la literatura de lengua española, que gusta más del costumbrismo hardcore y de la sátira: una novela sobre seres entrañables. Y es envidiable. A Sacheri le toma 15 líneas volverte absolutamente cercana a esa panda de ingenuos, de hombres en general decentes, amorosos, solidarios. Empatía, que le dicen. Un logro literario, sobre todo cuando lo que escribiste es también la crónica de un ajuste de cuentas, porque esos ingenuos están sedientos de venganza, con razón.

Es también la novela de una escena, de un momento de esos pegajosos, persistentes, que se quedan en la memoria. Sospecho que hay varios así y que cada lector va a elegir el suyo. El mío es el de las bifenbaquias, que para quienes no conozcan el término son plantas, dice una personaje absolutamente seductora, “recontratóxicas”, y al decirlo nos recuerda a la argentina que todos quisimos besar en el bachillerato. Si digo que es mi momento es porque en el instante en que esa escena irrumpe en el relato y la sonrisa se te muda en risa, o sea en que Sacheri te da una sacudida y cambia el tono de manera bastante drástica, por ahí de la página 130, te das cuenta de que a la novela, como lector, no la tienes domada todavía; que te va a sorprender varias veces más. Lo dicho: que es varias novelas.

Porque luego es también la novela que retrata un momento. A los personajes de esa ciudad pequeña y austera lo que les cae encima no es la estafa que creen haber descubierto demasiado tarde. Lo que les cae es un país completo, la Argentina del Corralito. Adivino que este libro, que acerca la lupa a las víctimas de ese castigo y con eso logra volverse un pedazo de memoria común, se recordará también como un retrato de época.

Retomo, para acabar, lo de la tristeza. No se engañen: La noche de la Usina tiene muchos fantasmas agazapados. Como todo el humor verdadero, el de esta historia te deja infiltrado de cierta pesadumbre final, de un retrogusto amargoso; melancolía, que le llaman.

Es la última novela dentro de esta novela versátil y redonda.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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