El primer tratado de libre comercio firmado con los Estados Unidos y Canadá, por sus siglas en inglés fue conocido como NAFTA, lo que le daba risa a George Bush porque se referían al petróleo y en efecto nuestro petróleo se fue para allá.
Fue un tratado que legitimaba el abuso productivo de los Estados Unidos sobre la economía de México, un choque de productividades que México sólo logró superar bajando los salarios y quitando las prestaciones y el bienestar a nuestros trabajadores. Muchos se vieron obligados a emigrar para sobrevivir, también se generó una economía informal, donde la ley laboral no se cumple.
Decían en la división de estudios de posgrado de la UNAM, en esa época, que para México competir en el mercado mundial era como aventar una sardina a una alberca repleta de tiburones hambrientos y esperar que ésta devorara a los escualos.
Al segundo tratado simplemente se le cambió el nombre quitándole lo de “libre comercio”, dejándole solo “tratado”, el cual entró en vigor el 1 de julio del 2020, los cambios perfeccionaban algunos de sus capítulos para apropiarse aún más del país, particularmente a través de la industria, automovilística, pues somos simples ensambladores aunque presumimos de que producimos muchos automóviles,
Ahora nuevamente la industria automovilística es motivo de disputa incluso la agropecuaria y esto seguramente impactará la revisión que tenemos pactada originalmente para el año 2026, pero a Ebrard ya le anda por adelantarla para la segunda mitad del 2025, según él para acabar con la incertidumbre y espera. Es hermosa la ingenuidad, pero quiere ser presidente y pues se le queman las habas por quedar bien con el imperio.
Sin embargo ahora existe un nuevo jugador, China, que se enfrenta a Estados Unidos. Eu, ya se sabe, pretende aislarmos y subordinarnos aun más para impedir que nos asociemos con los brics, y quiere lograrlo a través del tratado de libre comercio.
Parece que a Marcelo Ebrard se le olvida la estructura que tiene México en relación con los Estados Unidos, y que lo primero que habría que hacer es desarmar esa estructura dependiente y asimétrica que se sigue manteniendo en cada revisión del tratado de libre comercio.
Para colmo, este tratado comercial es una simple referencia lejana para el gobierno de los Estados Unidos, sobre todo para Donald Trump, a quien le resulta un acto muy satisfactorio la violación sistemática del tratado de libre comercio.