Pedro Meyer es una figura global de la fotografía y que haya decidido encauzar sus acciones para crear un espacio como el Foto Museo Cuatro Caminos fue un acto muy loable y plausible. Tener que señalar que un museo tenga que enfrentar el pago de piso a la delincuencia resulta algo verdaderamente inaudito. ¡Criminales interesados en amenazar espacios de exhibición! ¡Hasta donde hemos llegado!
Tal parece que ese proceso de normalizar la violencia, el crimen y la corrupción se ha expandido de tal forma que ahora abarca áreas que hubiéramos pensado que no eran de su interés, pero ya no existen límites. Resulta lamentable que una institución con tal prestigio tenga que cerrar sus puertas dado que la acumulación de problemas y dificultades se ha convertido en algo insuperable.
Como es típico en México, instituciones que prometieron apoyar (con documentos firmados) jamás concretaron sus intenciones, aunado a un laberinto burocrático para funcionar y de manera terrible descubrir que el propio personal de seguridad contratado para resguardarlos les estaba robando. ¡La descomposición social en su nivel más pútrido!
La cuarentena que provocó el Covid-19 de alguna manera ya sólo fue la puntilla para una circunstancia nada favorable. Tanto para Pedro Meyer como Guadalupe Lara, directivos de la Fundación y el museo respectivamente, ya era insostenible seguir adelante en tales condiciones: “Cuando la violencia física llega las puertas del Museo se nubla la pertinencia de para qué seguir operando”.
El Museo cierra y es una pérdida lamentable. Ojalá y los vientos soplen de otra manera en el futuro y hallen la manera de seguir adelante con su viaje fascinante por el mundo del arte.
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