El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), vigente desde 2020, afronta su primera revisión sexenal en julio de 2026. Este proceso, estipulado en el artículo 34.7 del propio tratado, evaluará su efectividad y decidirá su extensión por 16 años más o entrará en revisiones anuales hasta 2036, evitando una cancelación inmediata.
En nuestra opinión, los siguientes serán los puntos clave que estarán en discusión desde las mesas de consulta pública que en septiembre de este año ya arrancaron en los tres países. Veamos:
1. Reglas de origen: Endurecimiento para el sector automotriz, promoviendo mayor valor regional y uso de acero/aluminio norteamericano. Preocupaciones por componentes chinos, con menos del 5% de autopartes mexicanas dependientes de Asia.
2. Aspectos laborales: Revisión del Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida, con 24 quejas contra México por violaciones de derechos. Pendiente la evaluación anual de sectores prioritarios.
3. Resolución de disputas: Reforma del mecanismo actual, criticado en casos como el acceso lácteo de EE.UU. a Canadá.
4. Medio ambiente y clima: Integración de la crisis climática, ausente en la negociación original prepandemia.
5. Reformas mexicanas: Posibles choques con iniciativas como restricciones energéticas, prohibición de maíz GM y extinción de organismos autónomos (Cofece, IFT).
El T-MEC sucesor del TLCAN, sin duda ha transformado la economía mexicana al profundizar la integración comercial en Norteamérica. Su impacto ha sido mixto: positivo en comercio y empleo, pero con desafíos en desigualdad y políticas internas.
En su aspecto positivo, las exportaciones mexicanas a EE.UU. y Canadá alcanzaron un récord de 557 mil millones de dólares en 2023, impulsadas por reglas de origen que fomentan la producción regional. El sector automotriz, clave, generó 1 millón de empleos directos, impactando a 20 millones de personas indirectamente. Esto contribuyó a una recuperación postpandemia, con un rebote del 39% en exportaciones trimestrales en 2020. El tratado proporciona certidumbre jurídica, atrayendo inversión extranjera directa (IED) en manufactura y tecnología. En 2024, México se posicionó como el principal socio comercial de EE.UU., con el 13.3% de sus importaciones provenientes del país, superando a China gracias a la nearshoring. En el mismo sentido, disposiciones fortalecidas en derechos laborales han elevado salarios en sectores exportadores y reducido disputas, mientras que capítulos ambientales promueven sostenibilidad, beneficiando la competitividad a largo plazo.
Ahora bien, con relación a los desafíos, aunque el PIB creció, la balanza comercial deficitaria persiste (déficit de 27 mil millones en 2020), con rupturas en cadenas productivas internas por importaciones. Estudios indican que el TLCAN/T-MEC exacerbó la desigualdad, beneficiando más a grandes corporaciones transnacionales que a la industria local. Del mismo modo, reformas energéticas mexicanas (como priorizar Pemex) chocan con obligaciones del tratado, arriesgando paneles de resolución de disputas. En 2025, aranceles del 25% de EE.UU. a acero y vehículos no conformes violan el T-MEC, amenazando recesión en México y disrupciones en cadenas de suministro. Asimismo, la agricultura y maíz GM enfrentan restricciones, afectando pequeños productores. La crisis de 1994, atribuida en parte al TLCAN, resuena en debates sobre vulnerabilidad a shocks externos.
La revisión de 2026 será crucial para modernizar el acuerdo, integrando clima y digitalización. México debe diversificar mercados y fortalecer el Estado de derecho para maximizar beneficios. Y si bien, el T-MEC ha impulsado un crecimiento del 2-3% anual en exportaciones, requiere ajustes para una distribución equitativa de ganancias.