Política

El tercer pasajero

Luis M. Morales
Luis M. Morales

Lo señalé hace unos días, pero no creí que se aceleraría de tal manera: “cualquier oportunidad que tenga Xóchitl Gálvez, poca o mucha ya lo sabremos, parte del hecho de que no haya un tercer pasajero en la boleta. Si surge otro contendiente, presumiblemente de Movimiento Ciudadano, lo cual fragmentaría el voto opositor, las escasas posibilidades prácticamente desaparecen. Esto significa que además de la batalla obvia y abierta por la disputa del voto entre las dos grandes fuerzas políticas, habrá otra de maniobras intensas y soterradas sobre la tercera candidatura: unos para impedirla, otros para provocarla. Pero esa será otra historia”. Eso escribí la semana anterior, aunque todo indica que esa otra historia ya está aquí.

Algo se barruntaba cuando, tratando de conjurar el riesgo de una tercera candidatura, Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco por Movimiento Ciudadano, planteó la posibilidad de que ese partido apoyase una candidatura común con la alianza opositora en respaldo de Xóchitl Gálvez. Inmediatamente saltaron los dos principales “futuros” políticos de ese partido, Samuel García y Luis Donaldo Colosio, gobernador de Nuevo León y alcalde de Monterrey, respectivamente, para decir que con el PRI no irían ni a la esquina y en tal caso preferían revisar su permanencia en MC. Dante Delgado, el mandamás de esta fuerza política, pareció darles la razón. Y fue más allá: el partido se encontraba analizando la conveniencia o no de participar en la elección presidencial del próximo año con un candidato propio. Música en los oídos para Andrés Manuel López Obrador.

¿Por qué? Porque Morena y sus aliados concentran alrededor de la mitad de la intención de voto, mientras que la oposición sumada fluctúa entre 35 y 40 por ciento y el resto son indecisos o simplemente prefieren no declarar su preferencia. Estas proporciones varían según la encuesta que se consulte, pero grosso modo son bastante consistentes. La única posibilidad de que en junio de 2024 gane un candidato de la alianza consistiría en atraer prácticamente todo el voto no obradorista, sumando además a los indecisos y a todo moderado o del centro político. Algo nada sencillo, considerando que los sondeos entre candidatos concretos, por ejemplo, Claudia Sheinbaum versus Xóchitl Gálvez o Marcelo Ebrard versus la misma Xóchitl, resultan abrumadoramente favorables para cualquiera de los obradoristas. La esperanza de la oposición reside en el largo trecho que aún nos separa de los comicios, once meses, y en la posibilidad de que el supuesto carisma de Xóchitl se traduzca en millones de votos.

Difícil como es, insisto, esa esperanza se desdibuja completamente si aparece otra opción en la boleta electoral. No es de extrañar que López Obrador haya comentado este fin de semana que tanto Samuel García como Colosio serían buenos rivales para la contienda presidencial; “podrían competirle a Morena”, afirmó. En realidad, serían el golpe de gracia para asegurar el triunfo del candidato del obradorismo, sea Claudia o Marcelo. En este momento, según encuestas, tanto Samuel como Colosio atraen una proporción similar de votos que Xóchitl; eso significa que el voto opositor quedaría partido a la mitad. Probablemente no alcanzarían esa proporción ya en los comicios, considerando que la infraestructura de ese partido para hacer campaña es menor que la del PAN y el PRI. Pero incluso si no fuera uno de ellos y MC solo alcanza votaciones de un dígito, eso bastaría para dinamitar las aspiraciones de la candidata opositora.

La pregunta de fondo es qué decisión va a tomar Movimiento Ciudadano. La alianza hará hasta lo imposible para evitar esa candidatura, mientras que el gobierno hará lo propio para provocarla. Es evidente que la 4T está en condiciones de ofrecer más atractivos políticos que el PRI y el PAN, si se trata de negociar con las figuras importantes de MC. Morena no le estaría pidiendo que decline en favor de su candidato como sí lo está haciendo la alianza, lo cual es más complicado, sino simplemente que compita con el suyo propio.

Al margen de cualquier negociación, habría que preguntarse qué le conviene a MC de cara a sus aspiraciones futuras. En un artículo para SinEmbargo, Pedro Mellado revisó la proporción de votos conseguidos por este partido en elecciones federales y el balance es categórico: le ha ido mejor cuando ha ido solo y no en alianza o en apoyo a alguna agrupación política. Por lo demás, en los últimos años MC se ha esforzado en acreditarse como tercera fuerza, y como tal hace un permanente deslinde frente al obradorismo, pero también ante los partidos tradicionales; en esa lógica no veo cómo podría favorecerle sumarse a la candidatura de un abanderado de cualquiera de esas dos grandes corrientes.

MC apostará a convertirse en una verdadera opción para la Presidencia en 2030. Para entonces habrá disminuido la presencia dominante de López Obrador y, presumiblemente, la 4T sufriría el desgaste de 12 años de gobierno. Sus principales cartas, Samuel o Colosio, son demasiado jóvenes y acusan inexperiencias obvias, pero estarían más fogueados dentro de siete años, o al menos ese es el presupuesto. No está claro si presentar a alguno de ellos como candidato en esta elección, con la consiguiente derrota, abonaría para la siguiente batalla o los perjudicaría. En el caso de Samuel es más complicado, porque para tomar licencia como gobernador necesitaría la aprobación del Congreso estatal, dominado por el PAN y el PRI, que tendría pocos incentivos para concedérselo.

A toda esta ecuación habría que agregar que no solo se trata de pros y contras de matemática política. Los protagonistas de MC participan en el movimiento por una lógica de conveniencias personales, no por una plataforma común ideológica o la fidelidad a un liderazgo. Dante Delgado es el gestor del membrete, pero Alfaro, Samuel o Colosio gestionan su propio activo político y cada uno de ellos está sujeto a propuestas e influencias distintas. No olvidar que el propio López Obrador ha cultivado desde la Presidencia una relación de trabajo favorable tanto con el gobernador como con el alcalde regiomontano. Así, pues, cualquier definición pasará por la conciliación de complejas lógicas institucionales y personales.

En suma, si bien la atención sobre la disputa presidencial está puesta en la posibilidad de que el fenómeno Xóchitl crezca o, por el contrario, se desinfle, lo cierto es que quizá la variable que termine por definir la contienda resida en un proceso que muy probablemente tendrá lugar en la trastienda política en torno a MC. ¿Colosio?, ¿otro candidato?, ¿ninguno? Haga sus apuestas.


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Jorge Zepeda Patterson
  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Milenio Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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