Cultura

Colunga habla de su vida

  • La Feria
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  • Jorge Souza Jauffred

Diálogos con los que pintan. Cuatro artistas jaliscienses”, es el nombre de uno de los libros más interesantes de Guillermo Ramírez Godoy. En él, como el nombre lo indica, el autor conversa con Jorge Martínez, Gustavo Aranguren, Jorge Alzaga (+) y Alejandro Colunga, cuatro maestros de la pintura de Jalisco que dan testimonio de su vida, de sus comienzos como pintores y de la forma en que el arte se convirtió motivo primordial su existencia.

Entre ellos, el más joven es Colunga. Y el más subversivo. Nacido en 1948, apenas había cumplido veinte años y era dueño de una obra inconfundible y poderosa que rompía con lo tradicional y con frecuencia escandalizaba al espectador conservador. Ramírez Godoy describe así las obras del tapatío: “sus luminosas composiciones, colmadas de elementos simbólicos y de escenas contrastadas, navegan entre el realismo fantástico y el surrealismo, con motivos esencialmente plásticos que no ofrecen metáforas literarias ni pretenden fundar una interpretación mítica del ser humano. Son figuras rigurosamente armónicas en sus contornos y matices tonales, que se perciben extrovertidas, festivas y bulliciosas, pues la mayoría de ellas irradia la magia del circo, que ostenta como religión la estética de lo estrafalario”.

Más allá del señalamiento de la calidad pictórica de la obra de Colunga, la conversación que sostiene con Ramírez Godoy constituye un campo abierto al interés de los estudiosos de las artes de Jalisco y de quienes analizan los trabajos del pintor. El estilo desparpajado y la postura relajada del pintor le permiten establecer un tono divertido y sincero durante la larga entrevista que ofrece el libro. Colunga habla de su infancia, de su familia, de sus amigos, de sus amores. A partir de sus palabras, quiérase o no,se reconstruye una vida aventurera, accidentada y marcada por una especie de buena suerte generada por la calidad y el atractivo de su obra plástica.

Por algo, la obra de Colunga se ha convertido en referencia inevitable de Guadalajara y de Puerto Vallarta, donde vivió en los ochenta. Su conjunto escultórico “Los magos”, situados en la explanada del Cabañas se ha convertido en ícono del centro histórico y es frecuente encontrarlos en tarjetas o revistas de turismo.

Colunga habla con Ramírez Godoy con toda libertad. Jala de los recovecos de la memoria, a veces sin un orden, los recuerdos que vienen a ilustrar su vida y trayectoria. Acerca de su niñez, dice: “Yo realmente conozco a mi madre hasta los cuatro o cinco años de edad, porque ella se dedicó a cuidar a mi padre que en aquellos años era diabético y no había cura para la diabetes”. El padre muere y es la hermana mayor, María Luisa, la que da la cara por la familia y logra sacar adelante a los ocho hermanos, mientras la madre, ausente un largo tiempo, se convierte más tarde en el factor de unidad de la familia.

Travieso de chiquillo, rebelde de adolescente y siempre transgresor, Colunga se refleja en esta entrevista. Vale la pena el libro. Búsquelo: “Diálogos con los que pintan”, de Guillermo Ramírez Godoy.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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