Luego del desplome en la bolsa de valores de las empresas tecnológicas entre los años 1997 y 2001, en verano del 2005, Tim O’Reilly, uno de los grandes pensadores de internet invitó a 500 líderes tecnológicos al evento Web 2.0, en que se buscaba reavivar el entusiasmo en la industria informática después de su colapso años anteriores.
Al hablar de la Web 2.0, él se refirió a un nuevo internet. Uno en el que la información no corriera de manera unidireccional, sino que fuera de por dos vías; él hablaba que en el “futuro”, en las páginas de internet iba a ser más importante lo que compartiera el receptor que lo que el emisor quisiera publicar.
¿Qué paso?, el mejor ejemplo de la web 2.0, es Wikipedia donde millones de esfuerzos reducidos han construido la plataforma de conocimiento organizado más grande de la historia. Es igual de importante lo que puedas compartir tú, que lo que el mismísimo creador de esta página pudiera decir.
No me imagino a plataformas como Facebook, YouTube o Twitter, donde toda la información que vieras fuera la vida de los fundadores de estas empresas, o sólo información que el personal de estas compañías quisiera darte.
Lo que hace que valga la pena invertir tu tiempo en estas redes es la información que tienes de millones de personas, y como cada uno hace un pequeño esfuerzo por ser, además de público, productor, escritor, guionista, y actor de sus propias historias, donde tú decides cuál de esas millones de historias prefieres seguir.
El término se popularizo y se maneja en una gran cantidad de aplicaciones, por ejemplo Mercadotecnia 2.0, Ingeniería 2.0, Educación 2.0. Para entenderlo a profundidad, cuando alguien le pone 2.0 a un término, significa que es un modelo colaborativo, al decir colaborativo nos referimos a que muchos pequeños esfuerzos coordinados son mejores que un gran esfuerzo en cualquiera de las áreas que aparecen aquí.
En la política es difícil popularizar el término y hasta la fecha, muchos votantes ve al político como un protector, como un padre que se debe encargar de mi salud, de mi trabajo, de mi economía, de mi familia; en estos casos el enfoque colaborativo es más difícil de aplicar, lo importante es que alguien por el cual yo vote (y en algunas cosas ni siquiera eso) llegue y haga todo, resuelva todo, me de dinero, me ponga el hospital, limpie mi calle, me proporcione la luz y aprovechando esto, vemos a políticos que se venden como si fueran todopoderosos, sin errores, pulcros, magnánimos.
“Yo sí puedo”, los demás no... Sin embargo, los modelos previos al 2.0 son lentos, difíciles de replicar y sobre todo difíciles de mantener con el tiempo. El reto más difícil para cualquier político, si quiere sobresalir y crecer en la política 2.0, es que para poder generar esquemas colaborativos, tiene que estar dispuesto a escuchar, y en función de esto, poder desarrollar de forma conjunta los planes y programas que pueda llevar a la ciudad a otros niveles. El escuchar es el primer reto, ahora lo importante es ver quién va a querer hacerlo.