En abono a su desgracia, pende sobre el ciudadano gobernador del ene veces heroico estado de Veracruz la lamentable entrevista radiofónica en la que se le ocurrió declarar en 2009 —sin vergüenza alguna— que el personaje de la Historia con mayúsculas con el que se identificaba plenamente era el llamado generalísimo Francisco Franco, otrora también conocido como Caudillo de España “por la gracia de Dios”. El gazapo de Duarte fue tosido en una entrevista de radio, cuando el susodicho ocupaba el cargo de secretario de Finanzas del nefando gobierno del hasta hoy impune y al parecer intocable Fidel Herrera. Duarte no declara si su admiración por el dictador español se deba a la identificación o solidaridad auditiva que se establece entre personas de timbre ridículamente agudo, vocecitas tipludas que parecen encubrir todo sonido del mal o si le laten botas altas que se hunden en la arena de las playas.
El despropósito no debió tomarse a la ligera: aunque es absolutamente respetable que cada quien elija sus personales modelos para una imposible superación, no es más que revelador y preocupante cuando cualquiera revele que quiere ser cocinero, luego de confesar que su ídolo es Hannibal Lecter o Idi Amín Dada. Debió ser motivo de alarma que Duarte se soltara la lengua, aún antes de ser candidato a gobernador, pues una vez instalado bajo el palio jaranero de cocos jarochos su gestión suma más de cien casos probados de agresiones contra periodistas, a los que se suma la más reciente indignación, cada vez más generalizada, precisamente porque el ciudadano licenciado gobernador parece cumplir sin restricción el anhelo de imitar por admiración el autoritarismo y la sinrazón de quien firmaba sentencias de muerte en una torre de Burgos, al tiempo que sopeaba madalenas como si nada.
Según datos de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, en el tiempo que lleva su gubernatura se han verificado diez asesinatos de periodistas, todos hasta la fecha sin identificación de culpables. El desparpajo mussoliniano del góber ante el oleaje del descontento motivó que no pocos escritores exigiéramos la suspensión del Hay Festival en Xalapa (lamentablemente, dejando sin la presencia de importantes autores a una población que siempre ha sabido leer y cantar por encima de los enanos en el poder), pero resultaba absurdo abonarle el ego, cargarle el palio o lustrarle las botas a una administración a todas luces intransigente, amnésica y autoritaria.
A lo anterior hay que sumar el despropósito monumental de Duarte al proponer, durante el primer año de su gestión, una reforma legal para crear el delito de perturbación del orden público, conocida como Ley Duarte, reprobada por Amnistía Internacional y afortunadamente abatida por la Suprema Corte, pues en el colmo de la estulticia imbécil esa artimaña leguleya equivaldría a tropicalizar el drama de Federico García Lorca, por ejemplo, y encarcelar con hasta 30 años de condena a quienes tuitearan 140 caracteres que ofendieran la cerámica figurita de un cándido caudillo entre cocos.
El colmo es que en el revoltijo de iras y confusiones que sucedieron a la tragedia de los recientes asesinatos en la Ciudad de México, en los que dos de los torturados y ejecutados con tiro de gracia habían sido probadamente amenazados por el régimen de Duarte, sale a la luz un vergonzoso video donde el caudillo de voz aguda apela a una suerte de siniestro paternalismo para exhortar a un grupo de periodistas a “que se porten bien”, que lo que él tiene que hacer “es sacudir el árbol donde seguramente caerán las manzanas podridas” y, con ello, prácticamente armarse una elegía a sí mismo como escarmentador de todos aquellos que él considera enemigos, afirmando incluso que “hay periodistas y trabajadores de los medios de comunicación que tienen vínculos con grupos del crimen organizado, y que ellos mismos se exponen a esta situación”.
Hay un tierno video navideño, filmado en blanco y negro, donde Franco, con voz de zarzuelita, pide a su hija Carmencita unos amorosos deseos para que los niños de la Alemania Nazi pasen unas lindas navidades, lejos de las trincheras y de los campos de concentración... Y bien visto, ahora me parece que alguien querría grabar un idéntico infomercial de mentiras, entre cocos y playas, guayaberas blancas y faldas de encaje… sin imaginar que los fantasmas de los periodistas y fotógrafos muertos nos informan a diario del verdadero paisaje de Veracruz que le mancha las manos.
jorgefe62@gmail.com