
Alicia: Dime, gato, ¿Qué camino debo tomar?
Gato: ¿A dónde te diriges?
Alicia: No lo sé
Gato: Entonces no importa. Si no sabes a dónde te diriges, cualquier camino te llevará ahí.
En una de las escenas más memorables de Alicia En el País de las Maravillas de Lewis Carroll, Alicia le pregunta al gato de Cheshire en un cierto punto qué camino debía tomar. Cheshire le contesta que depende del lugar adonde quiera ir: “Si no sabes a dónde te diriges, cualquier camino te llevará ahí.”
En la vida real, todos hemos sido víctimas de una falsa promesa. Nos han vendido la idea que la innovación y el capitalismo son los caminos para la verdadera felicidad y bienestar… Si bien estas falsas promesas datan desde tiempos inmemorables. En años más recientes primero fueron las computadoras, luego los teléfonos inteligentes, las redes sociales y ahora la inteligencia artificial y los viajes a Marte: nos prometen un mejor futuro, donde la inmediatez y falta de escasez permite que por fin alcancemos la felicidad y un futuro sin preocupaciones.
Esta promesa de felicidades y bienestar no solo lo ha utilizado las nuevas innovaciones tecnológicas. Es el mismo discurso que ha utilizado el capitalismo desde la Guerra Fría y como su principal beneficio ante el comunismo. Mostrándonos como nos conviene el trabajo, el libre mercado y perseguir constantemente las utilidades para poder llegar a la meta de la vida como esta felicidad eterna alcanzada mediante la riqueza y el bienestar económico.
El problema de las promesas es que eventualmente uno puede ver si se cumplen o no. Y al día de hoy mediante diferentes mediciones tenemos una población “menos feliz” que lo que se tenía hace algunos años o décadas. En 2018 General Social Survey publicó una encuesta mostrando un incremento de más de 50% en las personas que se caracterizaron como “no-felices”. De igual manera el World Happiness Report muestra que el nivel de satisfacción con la vida cayó más de 6 por ciento durante el periodo 2007 a 2018 y en su reporte de 2022 muestra como los jóvenes se sienten más tristes y solitarios.
No es un tema de bienestar. Sin duda, la humanidad está mejor que nunca en términos económicos, acceso a agua, comida, bajan en la pobreza, sistemas de salud e ingresos per cápita. El problema radica en que bienestar no necesariamente va de la mano con la felicidad. Con lo cual nos encontramos ante una paradoja, pues a pesar de tener mejores estándares de vida, la insatisfacción con la vida sigue a la alza y el la falta de un sentido de pertenencia también.
A raíz de esta paradoja surge una tendencia, mostrando que la felicidad es una métrica relativa de comparación sobre cómo nos encontramos vs los demás. Y en ese sentido, a pesar de estar mucho mejor que toda la historia, también tenemos mucho más acceso a la información sobre lo que está pasando con los demás mediante las redes sociales. Esto aunado a un sistema económico como el capitalismo donde invariablemente se va a dar más concentración de riqueza (ver El Capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty), nos lleva a que la desigualdad tendrá más peso que el bienestar absoluto y por ende la eterna promesa de la felicidad es probable que nunca llegue.
En el 2023 estamos en un momento crítico. Tanto las innovaciones tecnológicas con la entrada de la Inteligencia Artificial, la programación informática y el capitalismo hace que el crecimiento y la desigualdad crezca exponencialmente, es decir cada vez más rápido. Ante esto, somos testigos de una clase media y baja cansada de ver excesos por parte de los más afortunados, quienes también logran dopamina al mostrarlo en redes sociales y reafirmar el juego de status mostrando lo felices que son y la capacidad de consumo que tienen.
Es un momento crítico pues socialmente, las disparidades y las falsas promesas de felicidad tienen un límite de lo que la población puede aguantar. Históricamente los momentos de máxima disparidad han terminado en guerras, revoluciones o estados autoritarios que imponen impuestos o expropian para detener la concentración de riqueza en unos pocos. A diferencia del pasado, ahora las disparidades son más aparentes y están a la vista de todos. Se abrió el telón. Y ahora las fiestas de Gatsby se juntan con Truman Show.
Estas tendencias son innegables e imparables. La responsabilidad de buscar un sistema capitalista incluyente y socialmente responsable es trabajo de todos. Es muy fácil delegar y culpar solo al gobierno de esto, pero cada uno podemos poner nuestro grano de arena y apoyar a nuestro grupo más cercano mediante empleo bien pagado, no celebrar el gasto innecesario, apoyar la superación personal, el estudio y la inversión.
Al final todos somos Alicia en cierta medida. No queremos que llegue el momento en que nos cansemos de caminar y caminar, para al final darnos cuenta que el camino que nos llevaron a tomar no tenía la meta que nos prometió la tecnología y el capitalismo. Si no hacemos algo: ¿qué va a pasar cuándo Alicia se canse y se de cuenta que el camino no la lleva a la felicidad?