Las tendencias dominantes de la Semana Santa están marcadas por el amor sin límites, no sólo por el ejemplo de Jesús de Nazaret, sino también porque los textos bíblicos de estas semanas, están fuertemente orientados al amor sin límites, a los humanos y a toda la creación.
Pero en contraste están muchas conductas humanas que actúan con la conciencia falsa, somos dueños del mundo.
El problema actual del gobernante de los Estados Unidos, que pone aranceles unilaterales, dañando a su propio pueblo; que tiene la propuesta de alterar fronteras, de ocupar territorios que no le pertenecen, de querer apropiarse del canal de Panamá y otras sandeces, sin bien se puede calificar como una prepotencia, también alcanza el calificativo de sentirse como dueño absoluto del mundo.
Bien advierte el Papa Francisco, en su encíclica “Fratelli tutti”: “Pero observando con atención nuestras sociedades contemporáneas, encontramos numerosas contradicciones que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada solemnemente hace 70 años, es reconocida,, respetada, protegida y promovida en todas las circunstancias.
En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre” (TF, núm. 22).
Cuando las personas y comunidades sienten que no se les valoriza, según la justicia, no les dan ganas para sentarse a concertar acuerdos, porque no hay el amor, que es elemental en todo trato digno, ya se les considera en descarte y sin valor, ya que los valores del prepotente, son otros, lejos de las fronteras de la dignidad humana.
Continúa el Papa Francisco: “Mientras una parte de la humanidad vive en la opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados.
¿Qué dice esto acerca de los derechos fundada en la misma dignidad humana?”. Id. Núm 22.
Asistimos a un delirio de grandeza que envenena en estos días los mensajes de los medios de comunicación social.
Por tal razón viene bien la consideración del cantante Atahulpa Yupanqui: “pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”.