Don José Guadalupe Galván G., obispo de Torreón, ha enviado una carta circular en la que dice: “Comunico a ustedes que, la Diócesis de Torreón ha sido invitada nuevamente a participar en las Fiestas de la Ciudad de Torreón, con motivo de los 108 años de su fundación”.
La cita es para el 13 de septiembre, a las 20.00 horas, en la explanada de la Plaza Mayor. Los motivos sobran para la acción de gracias; además, coincide que las fiestas patrias del mes de septiembre que unen los religioso y lo cívico.
Los historiadores recogen el dato de que desde 1850, campesinos al servicio de Dn. André Eppen, con precarios jacales, comenzaron a habitar estas tierras del sur este de Coahuila, cristianos católicos, con devoción a la Virgen de Guadalupe, y relacionándose con la Parroquia de Nuestra Señora del Refugio, en Matamoros, para la administración de los Sacramentos.
En 1883, cruzó por estas tierras el Ferrocarril Central, México-Ciudad Juárez, para 1893, a Torreón se le declara Villa y para 1907, se le declara Ciudad de Torreón. Esta ciudad obtiene su desarrollo gracias a políticas públicas de Porfirio Díaz de ese tiempo y de los lustros que le siguieron.
Hoy Torreón se debe entender con todo su contexto geográfico: Gómez Palacio y su entorno poblacional; ciudad Lerdo y su entorno poblacional; San Pedro de las Colonias y su entorno poblacional.
El desarrollo de estos entornos, ha pasado por el floreciente cultivo del algodón, de la uva, Cuando los anteriores cultivos vinieron a menos, surgió el cultivo de la leche a gran escala, y el desarrollo de las industrias en torno a Peñoles.
No tardó la región en tornarse en una sociedad contaminada, con escases de agua, transporte urbano aglomerado, con características de contaminación.A la altura de los tiempos en los que vivimos, la región lagunera se convierte en un gran conglomerado de preocupaciones muy serias.
Nos puede ayudar para esto, el pensamiento del Papa Francisco en su última Carta Encíclica, donde dice: “Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de “estar en casa” dentro de la ciudad que nos contiene y nos une.
Es importante que las diferentes partes de la ciudad estén bien integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás” (Laudato si, 151).
Ahí por lo pronto, una última consideración.
