Apenas hace una semana que el Papa Francisco, hizo una pregunta para la vida práctica, ante el movimiento carismático:
“¿de qué sirve hacer largas oraciones y muchos bellos himnos, si no sé, ser paciente con mi prójimo, si no sé estar cerca de mi madre que está sola?”.
“Me escandalizan hombres y mujeres que tienen padres en una residencia o que están en dificultades y no van a visitarlos.
La caridad concreta, el servicio oculto, es siempre la verificación de nuestro anuncio: las palabras, los gestos y los cantos, sin la concreción de la caridad, no funcionan”.
Y no dejó de decir que al principio le desagradaba tal movimiento.
Les dijo que fueran un movimiento sin parecido a la escuela de samba.
“En un mundo dominado por la cultura del tener y de la eficacia y también en una Iglesia a veces demasiado preocupada por la organización, el cuidado con esto, todos necesitamos dejar espacio a la acción de gracias, a la alabanza y al asombro ante la gracia de Dios”.
Cuando el Papa está fijándose en estos comportamientos de vida cristiana, está advirtiendo sobre ingratos descuidos que se dan, tanto en los niños y niñas, como en ancianos y ancianas que forman parte de lo que él llama “cultura del descarte”, lo que no tiene importancia frente a nuestras ocupaciones imperiales.
Soberanos descuidos tienen también los jóvenes cuando programan la diversión sin fin, la comodidad ante todo, el casarse grandes a veces para no tener hijos, con el absurdo argumento de no traerlos a sufrir al mundo, mientras buscan darle vuelo a la hilacha y con ganas de no llegar a viejos.
En estos intereses y preocupaciones, está también la despreocupación del cultivo del desarrollo de la fe personal y comunitaria.
Dice por ahí un desafortunado refrán: “Si quieres días felices, hazte tarugo, no analices”.
Lo cierto es que a mucha gente le gusta estar desinformada. Se siente contenta obrando a la buena de Dios.
Feliz y contenta, creyendo cualquier tontera que le muestras las informaciones manipulada, sobre todo en tiempos de elecciones federales, que ya se acercan y que nos vale gorro quién gane, aunque después lamentemos a quien trepamos al poder, con nuestro voto poco informado.
No falta el consejo que nos advierte que no basta rezar.
Hay muchas injusticias que vemos y nos hacemos de la vista gorda.
Y eso no se vale.