Estaba como El Santos jugando a las Barbies mientras veía la pelea del Canelo, cuando me di cuenta de que había tenido más ritmo y encanto la interpretación libérrima del himno nacional de la nieta de Tony Aguilar, que lo que estaba ocurriendo en el cuadrilátero. Para variar, otro bulto inflado mediáticamente que iba a ser apabullado por el campeón.
Esta idea la publiqué en el Twitter y saltó la fanaticada del Canelo a defender a su héroe con una vehemencia digna de mejores causas. Melodramáticos y pancheros, más sensibles y atormentados que los jéiters, trolls y bots que los del PRIANChu, aunque eso sí, mucho más articulados e informados que la feligresía de Frenaaa, Va por México y Calderón que, en vez de argumentos, lo que ofrecen son insultos de un clasismo que hace ruborizar al clasismo mismo, como si vivieran en Buckingham. Cualquiera diría que querían ser clones de Catalina Creel aunque en realidad eran como Soraya Montenegro gritándole a los que no son de la estatura de su vida “¡Malditos marginales!”.
Bueno, mientras la caneloniza con todo y todo tiene su dignidad, la fifisauriza pierde, en medio de muecas y desfiguros, todo el respeto por las grandes instituciones nacionales: primero fueron las caguamas y ahora las tlayuditas, por el amor de Dios, en un acto que debería de ser vengado con el que podría ser el peor de los castigos: ser condenados a ver por la eternidad el OnlyFans de Andy Roemer, ese viejo cochino alfa. ¿Qué sigue, que las huestes de Claudio X. González se metan con los tacos de suaperro, las tortas cubanas, las aguas de chía? No se vale.
Puede ser comprensible que los carroñeros abominen a quienes no son catadores de carroña, pero que se metan de una manera tan baja con las tlayudas solo porque AMLO se aventó una como si fuera un Pato a la Orange, es una afrenta al eterno.
Digo, es tolerable que cierta prensa haga de las fake news tersiopana un día sí y otro también, que el ChikiliQuadri se sienta hasta guapo usurpando a Bob Patiño, que Ferriz quiera ser el nuevo Goebbels (aunque no le llega ni a Alazraki) o que Brozo quiera ser el enésimo Mariano Otero o que personajes como Macario Esmezquino se sientan siquiatras cuando ante sus ojos volteados y su mirada desgobernada se ve que están urgidos de terapia, pero meterse con las tlayudas menospreciando al rico tasajo sí que está del carajo.
Entre el Canelo y unas fake news desnudas pero peludas, prefiero al Canelo. _
Jairo Calixto Albarrán
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