Estamos en un ejido de San Andrés Mixquic, uno de los siete pueblos de Tláhuac, la alcaldía que forma parte del cinturón rural de la capital, donde los hermanos Pineda siguen la tradición de sus ancestros: el cultivo de hortalizas.
Y durante la cosecha de verdolagas deciden andar descalzos para no maltratar las plantas que arrancan mientras ríen, cantan y bromean.
Johnny Pineda y sus dos hermanos, Oswaldo y Daniel, manipulan pequeños machetes.
Enseguida seccionan las raíces para quedarse con las hojas y hacer manojos que atan con tiras de tules crecidos en estas tierras a las que esta familia se aferra desde la infancia.
Los acompaña un perro guardián que, echado sobre un surco, desconfía de los extraños. Un leve gruñido es suficiente señal para hacer sentir su presencia y habrá que guardar sana distancia.
Una vieja camioneta es retacada del producto; los acomoda Oswaldo, uno de los hijos del clan Pineda, mientras de la cabina brota una cumbia de arrabal. La música es condimento para que estos hombres, con edades de los 30 a los 40 años, se animen a trabajar.
Sus pies descalzos desandan las porosas tierras cuyos canalillos son irrigados con chorros de agua tratada. Kilos y más kilos de verdolaga amarrada son acomodados en la caja del vehículo.
En estas parcelas también nacen romeritos, que en diciembre estarán en tradicionales platillos chilangos, la mayoría con mole y camarones. La verdolaga, en cambio, es guisada con carne de puerco en salsa verde.
La tradición es que en estas llanuras germine una gran variedad de hierbas comestibles. Esta vez los hermanos Pineda hacen manojos de verdolagas cuyas raíces son segadas con pericia.
Platican y ríen.
La producción va en ascenso, dicen, y ahora buscan nuevos mercados, pues compiten con productores foráneos; saben que es parte del libre mercado y por eso tienen en mente iniciar otras formas de ventas.
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El principal mercado de los productores de San Andrés Mixquic es la Central de Abastos de Ciudad de México. “También tenemos el tianguis local en el centro del pueblo y el centro de acopio de Milpa Alta”, comenta Johnny Pineda, quien suspende su trabajo para platicar.
—¿Y hacia dónde llevarán esta carga?
—Al otro lado, allá tenemos otra parcela, donde lavamos la verdolaga; la empaquetamos y se vuelven a cargar la camioneta para transportarla a la Central de Abastos- comenta Daniel Pineda.
—¿Y cómo las empaquetan?
—En bolsas, y se pegan con cintas para que no se salgan los manojos.
—Todavía está tierna.
—Sí, listas para consumir.
—¿Tienen buena distribución?
La pregunta es para Johnny Pineda.
—Pues sí, pero, como te comentaba, ya tenemos sobreproducción y tratamos de buscar otras alternativas.
Sí, la cosecha es “abundante”, repite Johnny, la voz cantante, quien sonríe cuando se le comenta que deberían formar un grupo musical que bautizaran con el nombre de Johnny Pineda y sus muchachos.
Pasa el chascarrillo y el agricultor insiste sobre la venta de sus productos, que es lo que preocupa:
—Lo que queremos es menos intermediarios. O sea, que el producto vaya directo al consumidor, a la casa.
—¿Vender a los centros comerciales?
—Exactamente, a cadenas restauranteras, hoteleras, que ellos nos consumieran directamente; ese sería un punto muy favorable hacia el productor, porque el precio mejoraría, ya no habría intermediarios.
—¿Y de cuánto es la producción?
—No, pues ya se habla de toneladas; toneladas diarias de productos. Entra unas 80,100 toneladas de los productos a la Central de Abastos, porque también se mete lo que es la acelga, la verdolaga, la espinaca, brócoli, apio.
—Ahorita están con la verdolaga.
—Sí, claro; como no ha helado mucho, todavía sigue habiendo, porque la verdolaga deja de existir cuando en Mixquic empieza el invierno formalmente.
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En el pueblo de San Andrés Mixquic, más conocido por la tradicional celebración en Día de muertos, hay entre 800 y mil familias que viven del
campo. En temporadas decembrinas cosechan romeritos, un quelite que desde la época prehispánica cocinan de diferentes formas.
De todo esto sabe muy bien el ejidatario Silverio Jurado -vecino de los Pineda-, quien se presenta con formalidad: “Buenas tardes, bienvenidos, mi nombre es Silverio Jurado, originario del pueblo de San Andrés Mixquic, dedicado a ser campesino de toda la vida”.
Jurado, productor de este ejido, se enorgullece de sus raíces; una expresión que repite, y completa:
“Por generaciones, nuestros ancestros nos educaron para conservar la tierra…Desde chiscos nos han enseñado a producir. Tengo 53 años en este poblado de San Andrés Mixquic”.
A la orilla del camino está su parcela, de la que apenas comienza a brotar una alfombra de romeritos que pronto invadirán los mercados públicos y supermercados de Ciudad de México.
—¿Qué más producen?
—Todo lo que se refiere a hortalizas; ahora, principalmente, es el romero; todo el año –añade- producimos lo que son el brócoli, lo que son las verdolagas, espinacas, lo que son hortalizas.
—La temporada que viene es de romeritos.
—Así es, producción y consumo del romerito en la temporada que le decimos Navidad y Año Nuevo; también se nos viene lo que son las cuaresmas, lo que es la Semana Santa.
En los próximos días brotarán con más uniformidad sembradíos de San Andrés Mixquic, y parecerá un extenso tapete sobre el que cosechan alrededor de mil 400 hectáreas de romeritos.
Ahora mismo los Pineda levantan la producción de verdolaga que reverdece en estas tierras donde también se conservan tradiciones gastronómicas que se han extendido en todo el país.