
En el edificio de la Autoridad del Centro Histórico, de cuya terraza se divisa el Templo Mayor y otras joyas de la arquitectura virreinal, integrantes del colectivo Artefakta y vecinos, comandados por Lorilei Parra, elaboraron la figura de una Tlacuacha, para lo cual usaron 700 rollos de papel periódico.
Fue en agosto cuando surgió la idea de confeccionar un alebrije monumental. Primero hubo un intercambio de ideas entre ellos. El siguiente mes pusieron manos a la obra y concluyeron el pasado viernes. Fue bautizado como Tlakuach; la K, por el colectivo; y la CH de la Autoridad del Centro Histórico.

La referencia de que en ese espacio le daban forma a una tlacuacha, es importante mencionarlo, fue comunicada por Jesús Navarro Reyes, camarada veracruzano que anda con un ojo al gato y otro al garabato, sin distraerse de su trabajo, y cuando observa algo singular lanza una especie de alerta al que esto teclea.
—¡Mi hermano— dijo—, por acá está naciendo una tlacuacha.
—¿Una tlacuacha?
—Sí, apúrate.
Y dio santo y seña.

Pero retrocedamos.
La elaboración comenzó con la búsqueda de materiales, como elementos metálicos y para soldar. Una vez ensamblado y acabado el esqueleto, iniciaron la construcción del cuerpo con rollos de periódicos y cartón.

Durante el proceso solicitaron a la comunidad la donación de materiales como cartón, papel periódico y cinta masking tape. Entonces poco a poco pegaron el papel sobre la estructura metálica, empezando con la creación de los músculos.

Una vez definido el cuerpo, relata Lorilei, prepararon el engrudo para pegar el cartón y el papel kraft, con el que se cubre toda la superficie del alebrije, y simular la piel; lo dejaron secar y después fue pintado de blanco.
Y cuando la base estuvo lista, luego de horas, trazaron los diseños sobre el cuerpo del alebrije y comenzaron la decoración.

“Es en este punto donde los colores, los detalles, la creatividad y la imaginación se unen para que la magia cobre vida”, explica Lorilei. “Finalmente aplicamos una capa de barniz para proteger la pieza, ya que permanecerá expuesta a la intemperie”.
Y quedó listo para unirse al gran desfile de alebrijes monumentales que organiza el Museo de Arte Popular.

Una figura en cuya confección participarían la propia Lorilei, Ricardo, Anahí, Bernardo, Daniel, Irais, Brenda y Paulina —incluso los hijos de algunas de ellas—, integrantes de Artefakta, el colectivo de promotores culturales.
Lorilei Parra, traductora y especialista en políticas culturales, dice que Artefakta realiza actividades artísticas y culturales en el perímetro del Centro Histórico de Ciudad de México, donde también participa la comunidad de la alcaldía Cuauhtémoc, en la que ella trabajó hace tiempo.

Y no solo eso.
El colectivo hace teatro callejero, programan cine y conciertos al aire libre, talleres para niños, danza en el quiosco de la Alameda Central, y aún más: Enseñan cartonería, como lo hacen en este espacio, situado entre las calles de Argentina y Donceles.
—¿Diez personas? Pero hacen mucho.
—Todos somos muy talentosos. Entonces —añade con algo de rubor— cada uno aporta.
—¿Y cómo llegaste aquí, a coordinar o a ser parte de este proyecto?
—Es que hace dos años también participé en el desfile monumental. Fui responsable de un pilar en la zona norte. También había participado en el aspecto cultural de la alcaldía Cuauhtémoc.
—¿Y por qué una tlacuache?
—Bueno, viene del mito del tlacuache, que fue el que le robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos, y el colectivo lo que quiere expresar con el tlacuache es que tiene la cola chamuscada; es el sacrificio que hace hacia la comunidad.
Y así camina, con el fuego, aunque le duela, pues se trata de sacrificarse por una causa, de acuerdo a la fábula, y por su devoción hacia la humanidad.
Y más:
“Es la vinculación entre lo divino y lo terrenal —agrega Lorilei—, porque tiene que mantenerse sobre el suelo; también tiene la conexión espiritual, porque lo que busca es volar, esta visión onírica que tiene el ser humano de ir más allá”.
Y allá van, custodiando su obra, misma que amaneció en la banqueta, para luego incorporarse al desfile que tendrá como destino final el Paseo de la Reforma, donde serán apreciados por paseantes.
