Cuando le preguntas qué tipo de herramientas emplea para tallar sus alebrijes, Ivonne Castro Torres responde rápido y tajante: “Machete y cuchillo”.

Y ante los ojos de sorpresa del interlocutor, muestra la pantalla de su celular y aparece su esposo que esculpe un tronco y da forma a lo que será la escultura de un gorila, quizás de un metro de altura, usando los mencionados instrumentos. Ivonne lo hace para mostrar los primeros pasos de lo que será una artesanía de calidad.
Ivonne vive en Ciudad de México y vende sus artesanías en tianguis de la capital; con frecuencia viaja al estado de Oaxaca, del que es oriunda, pues su familia tiene un taller en San Antonio Arrazola, un pueblo donde la mayoría de sus habitantes labra una extensa variedad de alebrijes de madera, para lo cual usan los utensilios mencionados.

Pero el procedimiento para cumplir esta labor de principio a fin será muy largo, pues la madera es labrada recién cortado el tallo del árbol; después vendrá el tiempo de secado a la sombra; de lo contrario la madera se agrietará. Por eso la práctica es ponerla en un lugar templado.
El 80 por ciento del pueblo del que es originaria Ivonne Castro se dedica a labrar la madera extraída del copal; desde que amanece comienzan a convertirla en figuras que al final colorean, pero antes de todo ese laborioso trabajo deberán resanar y pulir cada pieza.

Posterior a ese laborioso trabajo de hormiga arriera, el fragmento será introducido en un recipiente con gasolina, donde deberá mantenerse de tres a cuatro días y de esa forma prevenir que no sea presa de ningún tipo de plaga. Es una técnica que han aprendido con el paso del tiempo.
Después vendrá el teñido y la decoración a pincel. Dependerá del espesor para calcular el tiempo en que la pieza esté terminada. La más grande, por ejemplo, puede durar hasta un año y tres meses en ser concluida. Por eso sus trabajos son muy valorados por los conocedores.

Y entre las imágenes más comunes están las de los toros, jaguares, ranas, conejos y gallos, pues, de acuerdo a la creencia de mucha gente, traen buena suerte. Y no faltan, por supuesto, los trabajos especiales, en los que fusionan diferentes figuras de animales en una sola pieza.
Entre las esculturas más solicitadas están la del toro, el gallo, el jaguar, la rana y el conejo, porque, dicen, “son animales de la buena suerte”.

Ivonne Castro agarra con la mano derecha una pieza ya terminada y la muestra para que su interlocutor observe; luego, describe:
—La verdadera fusión de animales es ésta, mira: esta pieza tiene cuatro animales en uno solo: tiene orejas de conejo, cara de águila, caparazón de tortuga y cola de pavorreal.

Y dentro de estas obras, únicas en su género, la mayoría pedidas por clientes, está la figura del toro, la cual representa dos etapas de la existencia, de acuerdo a las creencias de un sector de la población.
Ivonne detalla:
—¿Qué quieren decir las dos etapas? De este lado tiene muchos colores que representan la vida; del otro, un esqueleto, que es nuestra fase de muerte.

El pueblo de San Antonio Arrazola se disputa con otros, dentro del estado de Oaxaca y otras partes del país, el origen del alebrije; la diferencia es que en esta región tales figuras son elaboradas de madera, mientras que en otras partes son confeccionadas de cartón.

La actitud de Ivonne Castro Torres (Facebook: Tienda de Artesanías Casa Castro) no es jactancia, ni nada de algo que se le parezca; ella, como su familia y paisanos, practican lo mejor que pueden un oficio heredado por antepasados, y lo hacen tan bien que otras personas ya hablan de que no es artesanía, sino arte; pero ese concepto se sitúa en otra discusión.
Lo que sí debe resaltarse es la calidad del producto, elaborado con delicadeza y pasión; apreciado tanto por turistas mexicanos como de otros países, que admiran y adquieren estas piezas sin regateos. Lo dice la propia Ivonne con un gesto sincero que no admite discusión.

Y es que todo ese conjunto de piezas es un nutrido y colorido zoológico cuyo origen “está muy cerca de Monte Albán”, dice Ivonne, para situar al curioso en la geografía nacional; un pueblo, según otras voces, calificado como La cuna de los alebrijes, donde la mayoría de sus habitantes, eso sí, se dedica a tallar con maestría la resistente madera del copal.