Viajar al futuro es posible.
Estamos viajando al futuro en todo momento a la velocidad de nuestra vida y con la limitante de que los saltos hacia adelante sólo podemos darlos con los despertares después del sueño, del desmayo, o del coma.
Pero viajar al pasado es más complicado.
Existen imposibilidades físicas como la entropía de la materia y dificultades filosóficas como el “presentismo” donde únicamente podemos existir en el presente.
Porque el tiempo, el pasado y el futuro son puras ilusiones nuestras.
Otra fantasía es poder ir al pasado y encontrarnos con nosotros para darnos algunos buenos consejos, quizás ahorrar en dólares y comprar acciones de Amazon.
Hay dos cuentos de Rafael Pérez Gay donde sus personajes van al pasado para encontrarse consigo mismos, mejor dicho, con una versión joven de sí mismos que siempre vive en ese presente.
La historia va de que por alguna singularidad del tiempo se creó una burbuja cuando Laura y Javier por primera vez se hospedaron recién casados en el hotel campestre La Hacienda y allí se quedaron a vivir como eternos veinteañeros.
En “La burbuja y otras noticias del futuro” del libro Llamadas nocturnas (1993) la pareja treintona que sí continuó su vida afuera regresa al hotel a visitar a su versión veinteañera para darle noticias agridulces y envidiar lo envidiable de un tiempo que jamás pasó.
En “Regreso a la burbuja” del libro Paraísos duros de roer (2006) Laura y Javier ya en sus cuarentas se visitan otra vez a sí mismos.
Pero esta vez no para hablar, sino para en una noche de vinos seducirse con el refinamiento de la madurez y con el hambre de su juventud.
A veces quisiera saber qué fue del tiempo que pasó y del tiempo que se detuvo.
Qué ha sido de Laura y de Javier.