Así les dicen a las sociedades anónimas para distinguirlas de las personas de carne y hueso.
La sociedad anónima obviamente no se encarna (Incarnated), pero sí se incorpora (Incorporated).
Toma cuerpo, personalidad y existencia cuando se constituye legalmente.
Su naturaleza es orgánica. Es un organismo jurídico que únicamente justifica su existencia cuando cumple su propósito y su objeto social.
La sociedad anónima, algunos también le llaman empresa, es un invento fundamental de nuestra civilización.
La empresa permite limitar los riesgos económicos de toda persona que invierte en ella únicamente hasta su aportación de capital.
Una sociedad anónima bien hecha y bien gobernada permite que la institución sobreviva a la muerte de su fundador y la propiedad y la administración sean trasladadas a través de las generaciones familiares.
Una empresa que coloca acciones en los mercados financieros permite que cualquier pequeño ahorrador pueda beneficiarse de la riqueza del negocio sin tener que invertir fortunas.
Se puede entrar y salir como accionista en cuestión de horas y así aprovechar utilidades o tomar sólo pérdidas monetarias cuando hubo riesgos mal calibrados.
Antes de que existiera la sociedad anónima de responsabilidad limitada los accionistas individuales injustamente tomaban todos los riesgos y todas las perdidas.
Si la empresa quebraba o sus administradores cometían alguna omisión y algún delito, el accionista de buena fe podía perder hasta su casa y terminar en la cárcel.
Con esos riesgos desproporcionados nadie invertía y el crecimiento económico era lento, había más pobreza y menos empleos.
La mayoría de los accionistas de las grandes corporaciones no son los billonarios que salen en Forbes.
Son los fondos de pensiones y de seguros de millones de trabajadores que buscan mejores ganancias para sus ahorros hasta su jubilación.
@hhramos