La inflación es el riesgo más grande que enfrenta el mundo en los siguientes dos años, de acuerdo a lo que dice el Informe de Riesgos Globales 2023 del Foro Económico Mundial. La advertencia se da en el contexto de la recuperación insuficiente de las economías luego de la crisis causada por la pandemia. Con el nivel de precios elevados, hay una gran afectación para las economías en su conjunto pero, especialmente, para los países que tienen mucha pobreza y que no cuentan con la capacidad de generar ingresos suficientes para enfrentar el encarecimiento en el costo de vida.
De acuerdo al Foro Económico Mundial, de entre los diez países más afectados por la inflación a nivel mundial hay cuatro países americanos: en el décimo lugar se encuentra Haití con una suba de precios anual de 53 por ciento; en el noveno puesto está Surinam con 55 por ciento de inflación; en cuarto lugar aparece Argentina con 95 por ciento; y en segundo lugar está Venezuela con una inflación de 158 por ciento el año pasado. El primer puesto de los países más afectados por la inflación en el mundo le corresponde a Zimbabue, que en 2022 tuvo una suba generalizada de precios de 285 por ciento.
Pero más allá del indicador general, hay dos factores que se combinan y vuelven más crítica la situación: la suba de precios de los alimentos es muy fuerte, por un lado, y el empobrecimiento de la población debido a la pandemia hace que esté en condiciones muy frágiles para ajustarse a los nuevos precios. En otras palabras, los ingresos de millones de personas se han visto notablemente disminuidos al mismo tiempo que los precios se siguen elevando y encarecen todo el costo de vida.
Si miramos esto en el contexto mexicano, la inflación superior al 7 por ciento anual no parece tanta con relación a países como Argentina o Venezuela, pero si tomamos como referencia que cuatro de cada diez trabajadores se encuentra en pobreza laboral, es decir que no gana lo suficiente para cubrir los costos de la canasta básica, la situación se vuelve más complicada. Y si pensamos que en 2020 ya había 55.3 millones de personas en situación de pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), y que cuando se actualicen los datos de 2022 la cifra será mucho mayor, entonces ya estamos ante una crisis en el contexto de otra crisis.
No hay que tomar la advertencia del riesgo de la inflación como algo lejano. Ya vimos que no fue algo transitorio como se apuraron a decir la mayoría de los gobiernos en los últimos dos años. La cuestión de fondo está en recuperar los ingresos, recuperar el poder adquisitivo y no sólo en esperar que bajen los precios. Cuando se habla de inversiones y de nuevos empleos, la mirada debe estar puesta en la calidad de los empleos, en los salarios y en el potencial real para reducir la pobreza. Los precios siempre tienden a subir. Hay que hacer que ahora la tendencia sea que la calidad de los empleos mejore y que el trabajo tenga un rostro social, más social.
Héctor Farina Ojeda