Negocios

De las oportunidades a los hechos

Una de las sensaciones más contradictorias al ubicarnos en cualquier rincón de América Latina es la de estar en una tierra de enormes riquezas que ostenta niveles escandalosos de pobreza. Como si el enorme potencial fuera incapaz de traducirse en mejorías sustanciales para millones de personas o como si los buenos indicadores -los macroeconómicos, por ejemplo- no tuvieran la capacidad real de distribuirse, interiorizarse y representar beneficios reales para las personas. O mejor dicho: como si el potencial, la riqueza y los buenos números fueran necesariamente excluyentes para buena parte de la población. De ahí que vemos a una región rica que tiene más de 200 millones de personas en condiciones de pobreza.

Cuando los estudios, informes y proyecciones de los organismos internacionales vislumbran oportunidades importantes para los latinoamericanos, la cuestión de fondo es saber qué tan real serán las oportunidades y los beneficios para la gente más allá de que pinten algún buen indicador o de que mejoren datos macroeconómicos que hablan bien de un país pero que ocultan las precariedades de su gente. De acuerdo a un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado “¿Listos para despegar? Aprovechar la estabilidad macroeconómica para el crecimiento, hubo una respuesta correcta para estabilizar la macroeconomía tras la crisis del covid y eso genera oportunidades para el crecimiento.

Considerando las oportunidades que hay en campos como la seguridad alimentario, las energías renovables y el cambio climático, el informe destaca la necesidad de mejorar la productividad, por lo cual la recomendación para los países es facilitar el acceso a la educación de calidad, formalizar la economía, impulsar el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas, así como aprovechar las coyunturas de cadenas de valor e inversiones a nivel global.

La cuestión parece recurrente: cada vez que aparecen las oportunidades de crecimiento, de mejoría de las economías, de enfrentar la pobreza y la desigualdad, y de acceder a un situación de bonanza aparecen los fantasmas de siempre, los que nos recuerdan lo que no hemos hecho bien o directamente no hemos hecho en la educación, la salud, la investigación, la ciencia, la tecnología, el conocimiento, y un largo etc.

Detrás de cada ventana de oportunidad hay una larga lista de tareas que debemos asumir para que las oportunidades se conviertan en hechos y no queden como meros espejismos. Hace falta trabajar en mejorar la calidad y el alcance de la educación, establecer políticas fiscales progresivas, fomentar la innovación y el emprendimiento, así como destinar más recursos a la ciencia y la tecnología. Nos falta trabajar en políticas inclusivas, en igualdad de género, en empleos dignos y en general en garantizar condiciones más equitativas para el trabajo y la participación activa en la economía. América Latina siempre ha sido y seguirá siendo una tierra de oportunidad. Pero nos falta trabajar en todo aquello que convierte una oportunidad en una realidad.


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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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