Lo que el Chicharito quiso decir —aunque jamás lo admitiría así— es que hombres como él anhelan mujeres que puedan controlar, sin autonomía ni libertad, especialmente económica. Porque las tareas del hogar y de cuidados sitúan a las mujeres en dependencia económica de los “hombres proveedores”.
Y no, el problema no es limpiar la casa. El problema es que ese trabajo no se ha considerado como tal. A las mujeres, solo por ser mujeres, se les asignaron las tareas del hogar, a cambio, supuestamente, de la manutención. Un intercambio que, desde la perspectiva machista, resulta justo. Sin embargo, esa ilusión de la proveeduría solo pervive en el imaginario misógino porque desde hace décadas las mujeres se incorporaron al mercado laboral; lo que lamentablemente duplicó su jornada de trabajo: afuera y dentro del hogar, con la diferencia de que en la casa no reciben un solo peso.
Para los “influencers” del patriarcado, como el Chicharito, Dreyfus o el Temach, entre otros, las mujeres deben permanecer en su “esencia femenina”. En Machirulandia, esta falacia significa que las mujeres que se apegan a su “naturaleza” solo quieren cuidar de los demás y limpiar lo que ensucian. A cambio de cumplir con este rol, los “verdaderos hombres” las protegerán --¿de qué o quién? ¡de otros hombres, claro está!-- y las sostendrán económicamente, alimentándolas y vistiéndolas.
Lo que hoy millones de mujeres saben es que esta ficción las sitúa en dependencia económica, es decir, en el terreno ideal para ser víctimas de cualquiera de las violencias de género que cometen impunemente los hombres contra las mujeres todos los días.
Porque en las sociedades capitalistas en que vivimos ¡quien paga, manda! Esto lo saben de siempre los hombres, quienes siguen ostentando el poder económico en el mundo. Según el Gender Wealth Institute, las mujeres tienen aproximadamente 32 centavos en riqueza por cada dólar masculino.
Mientras las mujeres sigamos dedicando nuestro tiempo a las tareas del hogar y de cuidados, es decir, a trabajar sin cobrar ni un peso, ellos seguirán controlando el mundo.
Aún hay muchos hombres que quieren mujeres-esclavas, mujeres que aún no despiertan del engaño de que nacieron para servir a los hombres a cambio de su protección y amor. Porque el amor romántico es la verdadera trampa que les tienden a las mujeres para que se queden en relaciones violentas y desventajosas. Porque sin dinero, ellas pierden su autonomía.
La agenda de los influencers machistas no es inocente. Es la agenda de un sistema capitalista y patriarcal que promueve la explotación de las mujeres.