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De genio y loco todos tenemos un poco

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  • Gustavo Guerrero

Dos hombres intentan completar uno de los proyectos más ambiciosos del mundo: la creación del Diccionario Oxford. Uno es el profesor James Murray (Mel Gibson), quien tomó la decisión de comenzar la compilación en 1857, y el otro es el doctor W.C. Minor (Sean Penn), quien contribuyó con más de 10,000 entradas al diccionario mientras estaba internado en un hospicio para delincuentes. A ambos los une la obsesión en la película “Entre la razón y la locura”.

A primera vista, es difícil imaginar cómo un tema tan técnico podría hacer una buena película. Después de todo, estamos hablando de un largometraje cuya trama principal es construir un diccionario enorme que contenga todas las palabras jamás creadas en siglos de idioma inglés. Tan obvio como es este desafío, el proceso de búsqueda inevitablemente pasa por cuestiones poco atractivas para el público laico pero esenciales para quienes se ocupan de la lingüística. Con este fin, el director (y también uno de los escritores) Farhad Safinia encontró una forma muy interesante, no sólo para aportar dinámica a la narrativa, sino también para plantear nuevas preguntas.

El gran salto fue situar esta historia basada en dos personajes centrales casi antagónicos, conectados por el mismo interés en la formación de palabras, que representan variaciones tan dispares como realistas de la personalidad humana. Por un lado, W.C. Minor, confinado debido al asesinato de un inocente. Por otro lado está James Murray, un profesor multilingüe que, a pesar del prejuicio de sus compañeros, lidera la empresa literaria. Curiosamente, Gibson fue elegido por este personaje más sobrio, cuya pasión se destaca en la ejecución bien hecha de su trabajo, un perfil distante de los personajes que caracterizan su carrera.

Basado en Murray y Minor, el director construye gradualmente dos universos muy distintos: uno basado en tecnicismo y política dentro del mundo académico, a través del prejuicio inherente de la élite y también los intereses económicos del medio ambiente; y otro fuertemente basado en la pasión, ya sea por la culpa o incluso por la locura, que lo rodea en todo momento. Es en la transición constante entre razón y emoción que ocurre el dinamismo de la cinta, tanto en la presentación tan interesante de tales universos como por las buenas actuaciones de sus protagonistas, especialmente Sean Penn. Su W.C. Minor es de una profundidad emocional, lo que le permite al actor sumergirse en un personaje desafiante.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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