Política

Dilema del AMLATO

  • Laberinto de la legalidad
  • Dilema del AMLATO
  • Guillermo Raúl Zepeda Lecuona

El actual gobierno actúa bajo una lógica restaurativa en lo económico y en lo político del México de los años setenta del siglo pasado. Quizá por ello le son aplicables los enfoques y el análisis de ese entonces. El estilo personal de gobernar de Daniel Cosío Villegas cobra de nuevo sorprendente vigencia: “no está construido física y mentalmente para el diálogo sino para el monólogo, no para conversar sino para predicar” (Cosío 1974: 125).

La presidencia y el partido de Estado vuelven a ser componentes axiales de El sistema político mexicano (otro libro de Cosío Villegas).

Cuatro o cinco décadas después se constata esa lógica de penetración de la separación de poderes y la erosión de los controles regionales y federales. La impunidad de la connivencia y la operación electoral del aparato gubernamental en favor del partido del presidente, restaura los mecanismos del priísmo de los setenta. Aunque ahora los medios de comunicación son plurales y más independientes, y el organismo electoral mantiene su autonomía, la moral pública que tolera prácticas antidemocráticas y la ciudadanía de baja intensidad (los ciudadanos imaginarios) gozan de cabal salud.

Un gobierno sin resultados, pero que ha sumado las maquinarias electorales, las redes de reciprocidad y tráfico de interéses locales, ha pintado de guinda al país: 22 de los 32 gobiernos locales en manos del presidente y su partido.

Otra vez la advertencia de Cosío Villegas: el monolito solo puede resquebrajarse por una fractura interna. La coalición de interéses que es morena (muestrario de las diversas eras geológicas de la clase política de los últimos 50 años) se galvanizó por la expectativa de triunfo de AMLO. Doce años de operación electoral, no pudieron transformarse en un gobierno eficaz y para sobrevivir se ha seguido en campaña permanente, a tal paso que la única forma de mantenerse unida y activa ha sido adelantar la sucesión presidencial. La prueba de fuego para las tribus morenistas: solo hay una candidatura presidencial, no tres, ni cuatro. ¿Podrá la coalición de intereses unirse en torno al ungido? ¿Habrá capacidad de resignación o resiliencia entre los desairados?

Con la lógica de los setenta se puede discernir quien será el candidato del presidente, con la pregunta de aquél columnista de Excelsior que acertó en la sucesión de Miguel de la Madrid: ¿A quién tiene usted en su testamento, a su hermano o a su hijo? La respuesta sería Sheinbaum. El dilema de AMLO será salvar la incondicionalidad para su proyecto en la jefa de gobierno a costa de la ruptura de sus huestes, o tratar de salvar la permanencia en el poder aunque la sumisión total de la opción electoral más viable no esté garantizada.

En cualquier caso, creo que sea cual sea la decisión de este Elías Calles, su sucesor será un Lázaro o Lázara Cárdenas que cambiará el rumbo político y lo exiliará del poder, porque nadie podrá replicar una lógica atávica de creciente polarización y una ideología tan anacrónica y estéril. Sencillamente el país no soporta otros seis años de AMLATO.

Guillermo Raúl Zepeda Lecuona

El colegio de Jalisco


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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