Política

Déjà vu presidencial

  • Laberinto de la legalidad
  • Déjà vu presidencial
  • Guillermo Raúl Zepeda Lecuona

“Nuestro actual sistema político propicia un estilo personal, y no institucional, de gobierno, con todas las consecuencias que esto supone.

“La constante más sobresaliente del Presidente es su extraordinaria locuacidad, extraordinaria tanto midiéndola a la luz de nuestras tradiciones como si se mira en sí misma… para el presidente hablar es una necesidad fisiológica cuya satisfacción periódica resulta inaplazable.

“El presidente es un hombre muy pagado de sí mismo, de sus ideas y de sus propósitos, de modo que cree saberlo todo y, por lo tanto serle innecesario consultar o siquiera meditar él mismo. Está convencido de que dice cada vez cosas nuevas, en realidad verdaderas revelaciones, plagadas de oraciones incidentales explicativas… esas fallas desafortunadas, sobrepuestas a la urgencia de hablar, conducen de modo inevitable a sentencias cuyo significado resulta oscuro o a expresiones archisabidas. Favorece al Presidente que varios de sus colaboradores inmediatos y no pocos de los jerarcas partidistas o de otros organismos expresan pensamientos todavía más inciertos.

“Puede considerarse como imposible que un hombre, así sea de singular talento, de cultura enciclopédica y con un dominio magistral del idioma, pueda decir todos los días, y a veces dos o tres al día cosas convincentes y luminosas. En este caso particular resulta mucho más remoto porque la mente presidencial dista de ser clara y porque su lenguaje le ayuda poco.

“Es posible, que una persona hable mucho y que oiga por largo tiempo a otra; pero que resulte impenetrable a las ideas ajenas por considerar las suyas, a más de justas, evidentes como la luz del día o como una verdad revelada.

“Está convencido de que, quizás como ningún otro presidente, se desvive literalmente por hacer el bien a México y los mexicanos. De allí salta creer que quien critica sus procedimientos, en realidad duda o niega la bondad y la limpieza de sus intenciones. No está construido física y mentalmente para el diálogo sino para el monólogo, no para conversar sino para predicar. Mi conclusión se basa en la desproporción de sus reacciones o las de sus allegados ante la crítica, y en la pobreza increíble que los argumentos con que la contestan”.

“Reacciona viva, aún coléricamente”. En varias de sus reformas “uno de los móviles es cierta xenofobia infantil [que han tenido como efecto] subir el precio de la energía eléctrica, así como los del petróleo y sus derivados”. Daniel Cosío Villegas, El estilo personal de gobernar, Joaquín Mortiz, 1974.

“En México hay …libelos contra escritores independientes, insultos de las autoridades contra disidentes [adversarios] cuyas opiniones llegan a primeras planas… se puede reconocer todo lo anterior sin esperar ninguna represalia [siempre que se haga] en medios de público restringido y desde luego en casa. Sirve para no volverse locos. Para conservar cierto sentido de la realidad, en medio de la esquizofrenia oficial. Para sentirse acompañados, viendo que otros ven las mismas cosas que supuestamente no existen”. Gabriel Zaid, “Anacrónico y hasta impertinente”, 1975.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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