La NFL es una liga que sufre cambios de manera constante, con algunas cosas buenas, y otras… no tanto.
Tal es el caso que vivimos a mediados de semana con el quarterback Russell Wilson, de los Denver Broncos, el cual deja muy mal parada a la liga y al equipo.
Es una vergüenza lo que está sucediendo y parece que la situación seguirá en los próximos años.
Los Denver Broncos enviaron a la banca a su quarterback titular y cedieron el lugar a Jarrett Stidham como mariscal de campo, en un hecho degradante para el jugador, el resto del equipo y los aficionados, pues no hicieron el movimiento por lesión o por disminución de nivel de juego, sino porque no quieren que se lastime para así tener la capacidad para darlo de baja o negociarlo a otro equipo.
Curiosamente, esta humillante dinámica la vivió Dereck Carr el año pasado con Las Vegas Raiders, equipo que lo envió a la banca para darle su lugar precisamente al mismo Jarrett Stidham, quien es hoy parte de los Broncos y tiene muy buen nivel para ser un quarterback de tercero o cuarto equipo.
La NFL es una liga muy innovadora en materia de marketing, sin embargo, no todos los cambios benefician al aficionado y a los jugadores.
Considero muy grave lo que parece será una tendencia: los equipos quitarán a jugadores importantes para mandarlos a la banca y así evitar pagarles lo que ya habían negociado o convenido previamente.
Tal parece que los contratos de la NFL tienen la misma seriedad que el juego de mesa Monopoly. Primero hablan de cifras millonarias a largo plazo, con muchísimo dinero y con afectación del tope salarial, pero, después de un año o dos, todo se viene abajo y los jugadores se van del equipo sin ningún problema, a cambio de selecciones de draft de muy bajo nivel.
Hace muchos años pasó algo similar con Norman “Boomer” Esiason, un quarterback zurdo que jugaba para los New York Jets, quienes firmaron un contrato con él que incluía mucho dinero en bonos.
Pero cuando vieron que los podía alcanzar, mejor decidieron mandarlo a la banca y sacrificar un par de encuentros.
Ingenuamente hay quienes piensan que todos los equipos juegan a ganar el título y partidos, pero no es así: parece que la prioridad es vender.
Algunos prefieren vender jugadores; otros, boletos para tener un estadio lleno; otros más, productos y derechos de televisión… Pero en su lista de prioridades no está la de ser campeones.
Rusell Wilson estaba teniendo una temporada muy buena, a nivel de Pro Bowl, diría yo. Tenía 66.4 de porcentaje de pases completos para 3.070 yardas, además de 26 pases de anotación y sólo 8 intercepciones.
Con esos números nadie consciente lo puede enviar a la banca y suplirlo por un pasador de cuarto nivel.
Parte fundamental de las enseñanzas del futbol americano es que sus equipos y jugadores jamás se dan por vencidos, por lo que me parece aberrante que ahora prefieran sentar a los jugadores y sacrificar los partidos que les restan en el calendario, buscando ahorrarse unos dólares.
Si no quieren a Wilson, que lo den de baja y le paguen lo que le deban pagar; o bien, que los contratos que se firman sean realistas y que se cumpla con lo que plasma en el papel.
Pero no, todo lo hacen muy al estilo “estadounidense”, con mucho espectáculo; sólo se buscan reflectores y notas importantes en los medios, con precios y cifras escandalosos, y al final no se respeta lo que se establece.
Entiendo a los aficionados de Denver, están molestos porque las expectativas por la llegada de Wilson eran muy altas.
Les vendieron la idea de que era lo único que les faltaba para ser contendientes, sin embargo, el equipo tenía muchas carencias y el entrenador era el culpable de gran parte de ello, aunque no el único.
Después llegó Sean Peyton y mejoraron, pero aún tienen problemas de fondo que no se van a resolver con la partida del quarterback.
Con un sistema regular, Russell demostró que aún le queda gas en el tanque.
Ya no es el mismo joven que ganó todo con Seattle, pero tiene talento y no se ha lesionado tanto y mantiene facultades.
Si llega a un equipo con buena defensiva y dos o tres armas importantes, creo que todavía puede llevar a un equipo a buenas alturas.
Tienen buenos receptores, un corredor joven con talento y la línea es regular; con un pasador más barato podrán competir, siempre y cuando le refuercen la línea ofensiva.
La defensiva de Denver es la número 29 de 32 en la liga, no detienen a nadie. Recordemos que en la semana tres los Miami Dolphins les metieron 70 puntos; y en otros tres partidos, más de 30 puntos.
En promedio, reciben 25 puntos por partido, una cifra muy alta si consideramos que anotan 21 solamente.
La postura de Peyton no me parece mala, pero necesitará mucho dinero para reconstruir la defensiva; Wilson es caro y necesitará balancear.
Le dejaron un equipo hecho pedazos y la ofensiva ha mejorado; aún no es buena, pero no la necesita tanto como a la defensiva.
Critico las formas y el respeto al aficionado y al jugador, no el fin.
Creo que Denver necesita mucho para contender en una división con Kansas City, Las Vegas y San Diego; estos últimos van con todo tratando de tener un buen entrenador.
Les hace mucha falta y pronto serán contendientes nuevamente.
Equipos como Las Vegas Raiders, Minnesota Vikings o Atlanta Falcons, van a necesitar un jugador con sus características para regresar a buen nivel; son equipos que no están en reconstrucción y poseen talento para ser respetables; además, no tienen un pasador claro para 2024.
Otros muchos, como Pittsburgh Steelers y Cleveland Browns, están urgidos de un buen suplente capaz de desbancar a su titular y poder contender por el título divisional.
Con lo que tienen ahora difícilmente pueden lograr grandes cosas, y tienen buenos equipos en general.
La NFL debe poner mucha atención a ese tipo de detalles para mantener el espectáculo.
Quienes disfrutamos el futbol queremos creer que nuestros equipos desean contender y ser campeones, que juegan a ganar.
Las leyendas como Wilson merecen respeto, y donde se debe poner mucha atención es al momento de firmar los contractos, lo que deben incluir cláusulas que permitan cuidar a los equipos y a los jugadores, pero también la credibilidad y el prestigio de la National Football League.